Por: Carlos Heredia Zubieta | Por México Hoy

Donald J. Trump se la tiene cantada a los mexicanos desde que, allá en julio de 2015, anunció que iba por la Casa Blanca. Etiquetó desde entonces a los migrantes mexicanos como violadores y narcotraficantes.

No tardamos mucho en darnos cuenta de que esos epítetos estaban dirigidos a todas las personas al sur del río Bravo, y que son de piel morena, católicas, y hablan español. Más grave aún, que esos calificativos se asociarían a los migrantes para etiquetarlos como criminales que roban, matan y violan.

Trump tuvo un primer mandato como presidente entre enero de 2017 y enero de 2021. En 2018, Fox News dio cuenta de que el inquilino de la Casa Blanca había suspendido la ayuda a los gobiernos de ‘tres países mexicanos’: Guatemala, El Salvador y Honduras, por malversación de fondos del gobierno estadounidense.

Trump aseguró también que los migrantes venezolanos habían infectado a una localidad del estado de Colorado y prometió “limpiar” al país.

Más adelante se refirió a El Salvador y a Haití como ‘países que son hoyos de mierda’, y en la campaña electoral de 2024 acusó a los haitianos de comerse a los perros y gatos de los estadounidenses. Y hace unas semanas, vino el pésimo chiste de un comediante que llamó a Puerto Rico ‘una isla de basura’, en un mitin trumpista.

El censo de EU identifica a tres países de origen de su población hispana o latina: México, Puerto Rico y Cuba. Al resto, el estadounidense de a pie lo etiqueta como: ‘they are all Mexican – todos son mexicanos’. Ello nos parece sorprendente, pero también lo es que los mexicanos llamamos ‘chinos’ a japoneses, coreanos, vietnamitas y otras personas del sudeste de Asia, aunque no lo sean.

Agréguele usted a los extracontinentales: africanos, asiáticos, etc., y la cosa se complica muchísimo, porque, aunque no sean mexicanos, entran a EU por México, así que, a sus ojos, está ocurriendo una ‘invasión’ cotidiana de gente a quien describen como: ‘They’re not like us’ –no son como nosotros.

La ‘victoria cultural’ trumpista es que los inmigrantes de generaciones anteriores, que ya son ciudadanos estadounidenses, se hayan sumado al rechazo a los recién llegados de su país de origen, por temor a perder su lugar en la sociedad estadounidense: ‘Nosotros somos estadounidenses, no tenemos nada que ver con ellos, que son extranjeros’, se deslindan. Así lo reflejó con perspicacia la periodista Paola Ramos en su libro ‘Desertores: el ascenso de la extrema derecha latina y lo que significa para Estados Unidos’ (traducción no oficial del original en inglés), publicado en septiembre de 2024.

El segundo mandato de Trump tiene lista una ‘bienvenida’ a los migrantes latinoamericanos y de otras latitudes: deportaciones masivas; fin del programa de autorización temporal TPS para salvadoreños, hondureños y haitianos; y conclusión del programa DACA que otorga permisos de trabajo a personas nacidas afuera de EU, pero que llegaron sin papeles cuando bebés o menores de edad.

Las consecuencias de estas medidas serán desastrosas, y nuestra capacidad para amortiguarlas muy reducida. Las élites mexicanas cuentan con que el T-MEC, las empresas estadounidenses que emplean a inmigrantes y sus contactos políticos evitarán el diluvio, pero quizá se encuentren con que los resortes tradicionales de la democracia liberal estadounidense también están muy desgastados o llegando a su fin.

Integrante de Por México Hoy. @pormxhoy

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