Por: Abel Clemente Reyes y Félix Hernández Gamundi

La basura o Residuos Sólidos Urbanos (RSU) es un fenómeno sociocultural que afecta a todos, siendo consecuencia de una mala planeación que propicia la economía informal e impacta al ambiente, la salud y la sociedad. Es un tema complejo del que todos sabemos, pero que no se aborda asertivamente. En la forma dominante de “manejo”, los residuos son un problema que se oculta debajo del tapete de cada centro de población, impactando al ambiente, los cuerpos de agua y el paisaje.

En México hay 2,476 municipios y sólo 82 rellenos sanitarios; aparte existen 2,203 sitios de disposición final entre sitios controlados y tiraderos, más un número indeterminado de lugares irregulares de disposición.

Según Conagua, 70% de las plantas de agua residual generan lodos que terminan en los tiraderos aumentando su carga orgánica. Anualmente se generan 53 millones de toneladas de materia orgánica entre RSU y lodos que no se aprovechan. Esto es un serio problema ambiental, social y de salud que compromete la seguridad nacional. El aprovechamiento energético de estos residuos le daría al país una capacidad de generación de 447 MW renovables suficiente para producir 4 veces la electricidad consumida por el Metro de la CDMX en 2020.

El aprovechamiento de residuos orgánicos auspicia la economía circular, favorece la salud ambiental, la equidad social y la vitalidad económica como pilares de una gestión sustentable y con energía genuinamente verde y renovable en beneficio de la población y los servicios públicos municipales.

Enfoquemos los residuos considerando:

1. Reconocer que vivimos una situación de crisis climática y que los residuos urbanos son un factor de deterioro cuando no se procesan adecuadamente.

2. Tecnificar la gestión y aprovechamiento de los residuos. El campo obtendría fertilizantes orgánicos además de composta, la industria y las ciudades tendrían energía limpia promoviendo la economía circular.

3. Optimizar la recolección, separación y procesamiento de los residuos en las zonas urbanas y rurales, para lograr el máximo aprovechamiento de los RSU, reduciendo la quema y tira clandestina.

4. Modernizar y rehabilitar la infraestructura para el manejo de residuos, contando con la corresponsabilidad de grandes o pequeños generadores, con programas de gestión articulados y con financiamiento adecuado.

5. Incorporar a los modelos de desarrollo urbano y de economía circular, la sostenibilidad ambiental y energética en la metropolización, evitando presiones insostenibles en la gestión de residuos. Mover la basura desde las megalópolis afectan los derechos humanos, la economía y las condiciones de vida de las poblaciones forzadas a recibirlos.

6. Rescatar instituciones dedicadas al desarrollo, investigación y transferencia de tecnología para la gestión sostenible de residuos, instalando un enfoque integral y de economía circular previniendo daños ambientales.

7. Realizar una urgente campaña de información para redimensionar nuestra relación con los residuos y el ambiente.

Esto sólo será posible si somos capaces de desarrollar un nuevo modelo institucional y jurídico para la gestión integral de los residuos, basado en su aprovechamiento estratégico con un enfoque holístico en beneficio de México.

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