Roberto Eibenschutz

Uno de los retos de mayor magnitud que enfrenta México es el acceso a una vivienda adecuada, para toda la población, que responda a los parámetros aceptados como Objetivos de Desarrollo por la ONU.

El rezago en esta materia, reconocido por fuentes oficiales alcanza 8.9 millones de viviendas, en esta cifra se incluyen las carencias en calidad, como superficie insuficiente, ausencia de servicios, etc. En la reciente campaña presidencial la entonces candidata del partido oficial propuso en varias ocasiones la meta de producir un millón de viviendas en su administración, cifra equivalente a la producida por la administración que está por terminar, si esa cifra se lograra y las siguientes ocho administraciones mantuvieran un esfuerzo semejante se requerirían 54 años para acabar con el rezago, sin contar con la atención a la nueva demanda que sumaría una cifra similar a razón de 200 mil viviendas anuales.

Lo más grave de la situación se presenta en la población con ingresos inferiores a tres salarios mínimos que representa entre el 60 y el 70% del total, que además corresponde en su gran mayoría a los trabajadores no asalariados que no cuentan con seguridad social ni son sujetos de crédito de las instituciones de financiamiento a la vivienda (Infonavit, Fovissste, SHF) ni menos aún de la banca privada.

Es esta población la que recurre mayoritariamente a la Producción Social de Vivienda, se trata del proceso progresivo que ocurre sin fines de lucro en que los habitantes, de forma individual o colectiva, autoproducen y gestionan su vivienda sin contar con crédito ni apoyo institucional, en ocasiones recurren a las cajas de ahorro popular lo que ayuda a disminuir el tiempo del proceso que puede llegar a 15 o 20 años de duración. En los últimos años la Conavi ha realizado programas de apoyo a la población vulnerable e Infonavit a través del programa ConstruYO ha canalizado recursos para el mejoramiento de vivienda, sin embargo estos esfuerzos, muy meritorios, resultan marginales ante la magnitud de las carencias.

Recientemente fue liquidado el Fondo Nacional de las Habitaciones Populares (Fonahpo), organismo creado hace más de 30 años con el propósito de apoyar precisamente al universo descrito, que en pocos años logró atender a una población semejante a la atendida por Infonavit, pero con programas diseñados para la población con ingresos inferiores a tres salarios mínimos y adecuándose a sus características: así otorgó créditos colectivos para la adquisición de suelo, asesoría integral, proyecto, construcción y mejoramiento con garantías no hipotecarias. Lamentablemente sus funciones no han sido retomadas por otras instituciones.

Pero el problema principal está en el acceso al suelo que se ha dejado en manos del mercado especulativo, que aprovecha las ventajas de la localización, la normatividad y la inversión pública y privada en el entorno, para incrementar los precios y obtener una plusvalía que le corresponde a la población en su conjunto.

Es indispensable para revertir esta situación, adecuar la legislación en la materia, generar las instituciones para atender la Producción Social de Vivienda, crear los instrumentos fiscales y financieros requeridos, formar a los especialistas y capacitar a funcionarios y autoproductores, así como distribuir en una proporción equitativa los recursos institucionales.

Integrante de Por México Hoy

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