Por: Félix Hernández Gamundi y Manuel Álvarez Ruiz Galindo
El hidrógeno, es el elemento más ligero y abundante del universo, constituye aproximadamente el 75% de la masa visible. A pesar de ser el componente principal en la mayoría de los objetos celestes, muy poco se entiende la importancia de este elemento químico no solo a nivel cósmico, sino también en nuestras vidas cotidianas.
La capacidad del hidrógeno para generar energía ha despertado interés desde hace décadas. Puede producirse en pequeñas y grandes cantidades y puede ser aplicado para usos personales, comerciales o industriales, lo que es posible a través de dos procesos principales conocidos: combustión y celdas de hidrógeno. En el caso de la combustión, el hidrógeno se quema en presencia de oxígeno, generando calor y agua como subproducto, sin emisiones de carbono. Por otro lado, las celdas de combustible permiten convertir el hidrógeno directamente en electricidad y se convierte en una alternativa prometedora para reemplazar los combustibles fósiles y potenciar la electromovilidad, limitando el uso de baterías, que hoy impactan el costo de los vehículos eléctricos y su desecho representa una amenaza de contaminación ambiental grave.
Pero el hidrógeno no sólo es esencial para la producción de energía. Este elemento forma la base de casi todas las vitaminas y proteínas que necesitan los seres vivos. A nivel molecular, su presencia en el agua, al combinarse, es vital para todos los procesos biológicos. Un aspecto crucial de la salud y el crecimiento de plantas, animales y seres humanos está relacionado con la forma en que el agua se estructura en nuestros cuerpos. La liberación de energía contenida en el enlace entre los dos átomos de hidrógeno en una molécula de agua es lo que impulsa procesos vitales, desde el metabolismo hasta la fotosíntesis. Lo anterior permite que se puedan incrementar las cosechas sólo con el riego, incrementar peso de animales de engorda, incrementar producción de leche y curar padecimientos en plantas, animales y humanos.
Así que el hidrógeno ofrece un potencial casi ilimitado, no solo para satisfacer nuestras necesidades energéticas, sino también para mejorar la salud y el bienestar de los ecosistemas. Conocidas estas capacidades, en México se están trabajando proyectos tecnológicos que ya han generado aplicaciones prácticas, que incluyen el desarrollo de automóviles y vehículos de carga, impulsados por hidrógeno, soluciones de carga para vehículos eléctricos con este combustible, en los que se consigue un notable incremento en rangos de autonomía de recorrido para los mismos vehículos, hasta sistemas eficientes de generación en sitios remotos o aislados.
Es común obtener hidrógeno mediante electrolizadores, a partir de aplicar al agua cierta cantidad de energía eléctrica proveniente de fuentes renovables como paneles fotovoltaicos o aerogeneradores. También se puede obtener hidrógeno a partir de la fermentación controlada de biomasa, o de Residuos Sólidos Urbanos, combinados con una proporción de Aguas Residuales Municipales, generando biogás que contiene biometano y, este compuesto, al procesarse con vapor también libera hidrógeno. Independientemente de la forma empleada para obtener este elemento, las tecnologías basadas en hidrógeno ya son una realidad que promete transformar la manera en que vivimos y usamos la energía.
El hidrógeno es el elemento del futuro, presente desde hoy, con un universo de posibilidades que pronto será crucial para mitigar el cambio climático.
Lo urgente hoy es poner en campo las políticas públicas que conduzcan al desarrollo de proyectos tecnológicos e industriales que hagan viable la utilización masiva del hidrógeno en la generación de energía eléctrica, en la transformación vehicular para la movilidad de personas, transporte de carga, en equipos y maquinaria de todo uso, icluida la agricultura y la industria.
@pormxhoy
