Lamentablemente las personas migrantes han sido y son sujetos de tráfico ilícito, que en razón de la vulnerabilidad en que las colocan las condiciones de ingreso a un país distinto al suyo, los expone al abuso y explotación, llegando incluso a atentar contra su seguridad física y sobre su vida, por el solo hecho de buscar mejores condiciones de vida.
El tráfico de migrantes es un fenómeno de dimensión global que se presenta en gran cantidad de países en el planeta, que se vive en las fronteras y los continentes por donde fluyen las rutas de migrantes, a causa de la ausencia de políticas de Estado que faciliten la migración regular.
La condición en que los propios Estados colocan a las personas migrantes, por los obstáculos de tipo legal, social y físico que enfrentan, les impide una migración segura, ordenada y regular, que alimenta la oportunidad de los delincuentes para aprovechar su vulnerabilidad.
Actualmente, los conflictos regionales, las crisis económicas en algunos países, el aumento de la pobreza y el propio cambio climático con sus secuelas, está generando el aumento en el número de personas migrantes que salen de sus países en la búsqueda de nuevas oportunidades que les permitan una mejor calidad de vida. En esa misma proporción se ha incrementado la actividad ilícita de tráfico de personas que genera ganancias que oscilan entre los seis mil y diez mil millones de dólares anuales, en las principales rutas parten de África oriental, septentrional y occidental hacia Europa, y de América de Sur hacia América del Norte.
Esta situación se ha venido agravando ya que bandas de traficantes de personas están coludidas con organizaciones del crimen organizado que, además de elevar los costos por el uso de rutas, transporte y cobro de piso, eleva el nivel de vulnerabilidad de las personas que están en situación de migración.
En consecuencia, ante el constante incremento de migrantes y del tráfico de personas que migran, se requiere de una acción coordinada entre los Estados para atender una problemática que ha convertido a la migración en una actividad de alto riesgo, pues expone a las personas a ser detenidas, ser víctimas de múltiples delitos, pagar cada vez más dinero para ingresar a otro país e incluso al acecho de organizaciones del crimen organizado y hasta perder la vida.
Es claro que entre más medidas de control adoptan los Estados para inhibir el ingreso de personas a sus territorios, mayor es el riesgo porque se utilizan rutas más peligrosas y el costo que pagan a los traficantes se incrementa, provocando que las ganancias de esos grupos aumenten de manera importante pero que además se fortalezcan sus estructuras.
Este panorama del tráfico de migrantes demanda que esa cooperación internacional pase por una revisión de los métodos de investigación y de su nivel de efectividad que permita la detención de un mayor número de traficantes y que la sanción a quienes se dedican a esta actividad ilícita sea ejemplar, ya que actualmente aún muchos países no consideran al tráfico de personas migrantes como un delito grave.
Considerando que existe una vinculación más estrecha entre traficantes de personas y grupos del crimen organizado, el combate a las rutas de traslado de personas debe ir acompañado de la detección y rastreo de los flujos financieros que siguen sus altas ganancias y posible lavado de dinero, a fin de recuperar esas ganancias ilícitas, ubicar y vigilar rutas geográficas, identificar la estructura de las organizaciones criminales y desarticular las redes del tráfico de personas migrantes.
A pesar de que el tráfico de personas es un delito de carácter transnacional, la cooperación entre países pareciera no ser tan amplia ni los resultados los esperados, por ello se requiere de medidas más eficaces que permitan perseguir y desarticular las bandas de traficantes de migrantes y recuperar los recursos producto de esa actividad que permita restarles fuerza.
El tráfico de migrantes ha evolucionado de una red de polleros sin orden a un negocio internacional con una estructura bien organizada y vínculos con el crimen organizado, y con ganancias millonarias, que demanda un nivel de cooperación capaz de velar por la seguridad, dignidad y respeto de los derechos humanos de las personas migrantes.
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