El presidente de México ha anunciado que en la reunión Cumbre de Líderes Climáticos, a celebrarse el próximo jueves 22 de abril en Estados Unidos, propondrá a Joe Biden un acuerdo migratorio de carácter regional que permita ordenar los flujos migratorios, para beneficiar a quienes participan en su programa “Sembrando Vida”, con la idea de que a cambio de participar en ese programa les sea otorgada visa de trabajo temporal y la ciudadanía estadounidense en seis años.
Es una acción que, de concretarse, podría a contribuir al propósito de Estados Unidos: frenar, aunque sea en una mínima parte, los flujos migratorios del sur de su frontera.
Es una propuesta viable pero se necesita más en la atención de las causas de fondo de las migraciones de miles de personas que salen de Centroamérica y de algunas entidades federativas de nuestro país en busca de mejores condiciones de vida o que huyen de la inseguridad y violencia de sus comunidades de origen.
A tres meses de la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos se han implementado una serie de medidas en favor de la comunidad migrante: el primer día de su gobierno anunció un ambicioso plan, denominado U.S. Citizenship Act, destinado a regularizar el estatus migratorio de más de 10 millones de personas. Ya en marzo, el Senado de Estados Unidos aprobó un par de esas reformas migratorias que permitirán otorgar la ciudadanía estadounidense a los denominados “dreamers” y estancia legal temporal a jornaleros agrícolas indocumentados.
Esta posición de la Casa Blanca abre la posibilidad de construir una agenda bilateral amplia, que contemple, además del tema migratorio, la seguridad fronteriza para atender el tráfico de personas, armas y drogas; específicamente en salud, se incluye la protección a la comunidad migrante radicada en Estados Unidos, para que se beneficien con atención médica y puedan ser vacunados contra el Covid-19.
Todo parece indicar que Biden esta avanzado en una política migratoria más humana, asumiendo los riesgos. Como bien lo ha dicho Demetrios Papademetriou “Ninguna reforma migratoria puede pretender ser exitosa si choca con la naturaleza humana”.
La semana pasada vimos como sí es posible generar acciones conjuntas, cuando el gobierno de Estados Unidos empezó a atender a migrantes que estaban esperando respuesta a su petición de asilo dentro del programa Protocolo de Protección Migratoria o conocido como “Quédate en México”. México ofreció coadyuvar en el cierre del programa, permitiendo a organismos internacionales que operan en territorio mexicano para identificar y hacer pruebas Covid y el gobierno estadounidense les permite el ingreso para asistir a sus audiencias judiciales.
Estamos sin duda frente a una nueva era de gobierno con un cambio importante de visión, con un presidente, Joe Biden, con la suficiente voluntad política para construir nuevos puentes de diálogo y construir una mayor cooperación bilateral en beneficio de la población de los dos países.
Al interior, México también debe trabajar en una agenda migratoria propia que contribuya no solo a poner orden a las migraciones que vienen de Centroamérica, sino a implementar acciones que partan del irrefutable hecho de que nuestro país se ha convertido en país de destino de esos migrantes, para repensar la movilidad humana desde una perspectiva diferente.
Lamentablemente, muchas de las víctimas de la violencia en nuestro país, son migrantes de otras naciones. Los migrantes varados en nuestro país se encuentraen en el peor de los mundos, fueron engañados por polleros que les dicen que la frontera con Estados Unidos ya esta abierta, estas familias venden lo que tienen y se endeundan con lo que no tienen para conseguir entre 6 mil y 9 mil dólares que les cobra el pollero por persona, al llegar a la frontera entre los dos países México – Estados Unidos, los dejan en camiones de carga como hemos visto en recientes días, han llegado al grado de aventar a menores de edad por la valla fronteriza de 4 metros. Frente a este panorama, si bien les va, son deportados y una mano amiga en algun albergue de nuestras fronteras les ofrece alimento y asilo, pero la realidad es que los grupos delincuenciales, narcotrafico o trata de personas estan como buitres rondando esos albergues para que en la menor distracción puedan llevarse a alguna persona.
No necesitamos ser migrantes para ser empaticos y ponernos en sus zapatos. ¿Qué harías como madre o padre de familia si te encuentras en esa situación. Sin dinero, seguramen endeudado, sin querer o poder regresar a tu país de origen y además con el enorme riesgo de ser coptado por estos grupos delincuenciales?
Por eso es fundamental fortalecer las instituciones migratorias, efrentar las redes de contrabando de personas, diseñar nuevos mecanismos de protección humanitaria, pero sobre todo, que construyamos una agenda migratoria de lagro plazo.
Para implementar esas acciones se necesita colaboración y cooperación pero también, necesitamos tener una profunda empatia que cruce fronteras, culturas e inculso continentes.