¿El presidente tendrá idea del efecto que para el país tendrá su actitud personal de no reconocer a Joe Biden como presidente electo de Estados Unidos? Pues con la declaratoria oficial del Colegio Electoral de Estado Unidos, se le fue la oportunidad de iniciar con el pie derecho esta nueva etapa en la relación con nuestro vecino del norte.

La interrogante viene al caso porque precisamente este lunes el Colegio Electoral realizó la calificación de la elección y la declaratoria de ganador de las elecciones de Estados Unidos.

Lamentablemente, lo que es una cortesía de carácter diplomático, como lo hicieron la mayoría de los Jefes de Estado y de Gobierno del mundo, se puede revertir como una decisión equivocada, también calificada como capricho personal o lealtad a Trump, por no asumir una posición de estadista que cuide las relaciones con otros países.

El valor de oportunidad de una decisión podría convertirse en un elemento negativo en el ánimo del presidente electo de Estados Unidos. Esto México lo podría pagar con una innecesaria política de desgaste para reparar ese ánimo y evitar que impacte en la relación bilateral.

En tanto, a nivel interno, el pasado 9 de diciembre, congresistas demócratas solicitaron formalmente a Joe Biden una serie de acciones inmediatas, una vez que tome protesta.

Esta solicitud va en el sentido de dar marcha atrás a la proclama 9844, emitida por Donald Trump el 15 de febrero de 2020, con la cual decretó emergencia nacional en la frontera entre México y Estados Unidos, argumentando que en ese momento la situación en la frontera sur presentaba una crisis de seguridad fronteriza y humanitaria que amenazaba los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos, subrayando que “la frontera sur es un importante punto de entrada de delincuentes, pandilleros, narcóticos ilícitos”.

La solicitud de los congresistas estadounidenses muestra una actitud distinta y evidencia que allá ya están trabajando con acciones que reactivarían la frontera compartida, que beneficiaría a los migrantes y a la economía de ambos países.

Son este tipo de acciones en las que el gobierno mexicano debería estar trabajando, con visión de largo plazo, dejando de lado fobias bajo argumentos legales, en la consolidación de una relación bilateral que redunde en beneficios para la comunidad mexicana migrante y para el país en general.

¿Con qué cara podrá el gobierno de México establecer y avanzar en los temas de la agenda bilateral cuando inicia con una posición que cuestiona, sin decirlo, el triunfo de Joe Biden?

El presidente de México ha perdido una gran oportunidad para rectificar su posición, pues con la calificación de la elección que ratificará el triunfo de Biden, el señor López Obrador tendrá que reconstituir una relación con nuestro mayor socio comercial, que él mismo desgastó innecesariamente y que complica el establecimiento de una agenda común, afectando de paso a la comunidad migrante.

Un tema fundamental en dicha agenda bilateral, que los congresistas demócratas han puesto sobre la mesa, es precisamente la situación que prevalece en la frontera común entre ambos países, cruce permanente de flujos migratorios y lugar donde cada año mueren cientos de migrantes mexicanos en su intento por buscar mejores oportunidades.

De 2004 a junio de 2020, 5,148 mexicanos perdieron la vida en su intento por cruzar la frontera hacia Estados Unidos, de los cuales 1,771 no han sido identificados. Tan solo en el primer trimestre de 2020, 277 mexicanos perdieron la vida en su intento por cruzar la frontera, de los cuales 88 cuerpos no identificados irán a parar a fosas comunes en Estados Unidos.

Es evidente que en el manejo de las relaciones internacionales hace falta una visión de Estado por parte del gobierno mexicano, hecha excepción del actual canciller que tiene que lidiar con las malas decisiones del presidente.

¿Cuándo rectificará el presidente y empezará a gobernar como estadista?

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