Los flujos migratorios representan un complejo desafío para las ciudades por donde transitan o se asientan las personas migrantes. La población tiene que aprender a convivir con ellos y los gobiernos deben adaptarse en la atención de un población que requiere de alternativas que les permitan reinsertarse social, laboral, económica y culturalmente.

A partir de las últimas semanas Nuevo León enfrenta el nuevo reto de atender las necesidades que conlleva la llegada de personas migrantes procedentes de Haití, en su tradicional intento por cruzar el país para dirigirse hacia Estados Unidos, con la variante de que muchos de ellos han decidido quedarse en el Estado en la búsqueda de nuevas oportunidades.

Es una realidad que habrá de repetirse con la presencia de un mayor número de extranjeros en Monterrey y otros municipios del Estado, debido sin duda al desarrollo y crecimiento que Nuevo León ha tenido durante décadas, que le permite tener las oportunidades de empleo que en otras entidades federativas no podrían darse, sobre todo por las complejas condiciones económicas que subsisten derivadas de las medidas adoptada para enfrentar la pandemia.

La oleada de haitianos en Monterrey, por ejemplo, representa un reto para las autoridades locales, pero también para organizaciones no gubernamentales, en el esfuerzo compartido de brindarles asistencia humanitaria. En tanto se resuelve si continúan su paso hacia Estados Unidos, las autoridades están prestando esa asistencia, en una realidad que pone a Nuevo León como una nueva ruta migratoria hacia nuestro vecino del norte.

El cambio en el comportamiento de esos flujos tiene muchas causas, que van desde las políticas de contención de migrantes por las rutas tradicionales que llevan a cabo las autoridades migratorias y la Guardia Nacional, hasta los riesgos por la creciente inseguridad en gran parte del territorio nacional que obliga a las personas migrantes a encontrar nuevos caminos para llegar a la frontera norte de México. En ese andar, muchos han encontrado condiciones para quedarse en el país.

Nuevo León es la novena entidad federativa que más migrantes recibe. De 29,295 personas nacidas en otro país asentadas en Nuevo León en 2010, para 2020 casi se había duplicado, hasta alcanzar las 49,500, asentados en su mayoría en Monterrey y el resto en los municipios de Apodaca, Guadalupe, San Pedro y García (Censo 2020, INEGI en Nuevo León).

Tan solo en enero de 2021, se estima llegaron a Nuevo León 3 mil familias de personas migrantes de Haití y debemos tener presente que continuarán llegando, ya sea de paso u otros que arribarán al Estado como lugar de destino, por lo que se tendrán que reforzar las acciones para atender a esta población, desde los diferentes órdenes de gobierno.

En este sentido, el gobierno de Nuevo León ha implementado las primeras acciones para atender a los migrantes haitianos que han llegado al Estado. Hasta hace unos días, ya se habían incorporado a 19 menores de edad haitianos a escuelas, atendidos a través de las Unidades de Educación Especial e Inclusiva, que son grupos interdisciplinarios con la participación de una interprete y en compartir la visión intercultural, además de considerar maestros de francés para que continúen con su educación.

Es claro que mientras continúe la degradación de las condiciones económicas de los países de origen de las personas migrantes y se mantenga una política de freno a las personas que desean llegar a Estados Unidos, ya sea mediante la obligación de mantenerse en ciudades fronterizas en tanto se resuelve su solicitud de asilo ante el gobierno de Estados Unidos o con su detención por las autoridades migratorias y la Guardia Nacional en México, la presión sobre las oficinas migratorias y las autoridades locales en nuestro país irá en aumento.

Si consideramos que en 2021, se registraron poco más de 131 mil solicitudes de asilo ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), junto con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se vislumbra que la tendencia continuará al alza, pues en enero el número de solicitudes de refugio en México fue de 5,917, de las cuales 2,950 fueron de nacionales de Haití.

En este escenario, reconocemos la posición de las autoridades de Nuevo León, por la política de inclusión en el trato a los migrantes que han llegado al Estado, en particular por el trato a los menores de origen haitiano que, con el regreso a clases presenciales, también podrán acudir en clases a los planteles escolares.

En la actual dinámica de las migraciones, la colaboración y apoyo del gobierno federal será fundamental para la atención de la población migrante que está llegando al Estado. Vemos voluntad y acciones concretas en Nuevo León. Sería deseable la misma respuesta por parte de las autoridades federales para quienes solo buscan oportunidades y una mejor vida.

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