Nuestro país cuenta con una larga e importante tradición migratoria. Ya no podemos soslayar que este fenómeno ha estado presente en nuestra historia, consecuencia tanto de la problemática socioeconómica como por lazos culturales y familiares. Actualmente México es lugar de origen, paso y destino de flujos migratorios.
Por ello, es justo que no sea tratado como un asunto que se circunscribe a las remesas ni como un tema menor, porque su trascendencia en la vida del país y la magnitud de su aportación es inobjetable. Es precisamente esa magnitud la que impone la necesidad de que se atienda y reconozca al otro México que vive fuera de nuestras fronteras y otorguemos el verdadero valor a quienes han demostrado su entrega y capacidad en el exterior.
El pasado 3 de marzo, presenté iniciativa de ley que busca resarcir la situación de desigualdad en la que actualmente se encuentran los mexicanos que viven en el extranjero, a fin de corregir esa condición y puedan ejercer plenamente sus derechos y libertades, donde quiera que se localicen, a fin de elegir a diputados migrantes. Es tiempo que nuestros migrantes aspiren a ser representantes directos de su comunidad. Esto requiere de voluntad política para revertir el escenario de desigualdad histórica que enfrentan los migrantes.
En la representación política deben tener cabida todos los mexicanos, incluidos aquellos que por falta de oportunidades o huyendo de la violencia e inseguridad, han salido del país en la búsqueda de mejores condiciones de vida, pero que mantienen el derecho a formar parte de las decisiones del poder público.
Lo reiteramos: México tiene una deuda histórica con sus migrantes. Ha sido la comunidad mexicana migrante la que incansablemente ha levantado la voz para exigir el derecho a votar y ser votados a cargos de elección popular. Fueron ellos los que impulsaron el voto a distancia y el programa de credencialización. Han sido ellos los que no han tenido descanso en su anhelo para tener representación en esta Cámara de Diputados.
Su permanente rebelión en favor de sus derechos, les ha permitido que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenara al Instituto Nacional Electoral (INE), la creación de la figura de la diputación federal migrante para que, en las elecciones de este año, todos los partidos políticos postulen en sus listas de representación proporcional a mexicanos que viven en el extranjero, respetando el principio de paridad.
La condición de desventaja de la comunidad mexicana migrante que reside en el extranjero, nos debe llevar a una profunda reflexión: Ellos dejaron a sus familias y a sus comunidades para mejorar sus condiciones de vida; son mujeres y hombres que cada año sostienen la economía nacional con sus remesas que, tan solo en 2020, alcanzaron los 40 mil millones de dólares; son trabajadores y emprendedores que cosechan alimentos, construyen rascacielos, dan trabajo con sus negocios, administran empresas, y realizan toda clase de oficios, con los que contribuyen a la riqueza de México y de Estados Unidos, principalmente.
Forman parte del “otro México” que vive fuera de nuestras fronteras, con cerca de 12 millones de mexicanos, esto es, casi un 10 por ciento de su población total, a los que se suman los mexicanos de segunda y tercera generación, para alcanzar los 39 millones de personas de origen mexicano.
¿Cómo apoyar a quiénes a pesar de haber salido del país, conservan a México y a sus seres queridos en su corazón y lo demuestran ayudando con remesas, obras en sus comunidades, historias de éxito y trabajo diario? Es tiempo de ir más allá de lo que la resolución del Tribunal Electoral ordena. Entremos a la discusión del reconocimiento de la Diputación Migrante y legislemos además para que puedan elegir sin limitaciones ni distingos a legisladores y gobernantes.
La comunidad mexicana migrante tiene el peso moral y económico suficiente para ser tratada como lo que son: mexicanos excepcionales, ya no de segunda clase, sino como ciudadanos con los mismos derechos. Ellos, diariamente demuestran que sus raíces con el país son permanentes.
Otorgar la verdadera dimensión a la fuerza de los migrantes requiere de ampliar su representación democrática, en el marco del reconocimiento, respeto y garantía a sus derechos político-electorales, pues establecer la figura del diputado migrante de representación proporcional, es un reconocimiento a la participación activa de nuestros connacionales migrantes en la vida cultural, económica y política del país.
Será un paso que dejará atrás muros y fronteras, que permitirá abrazar y dar voz a quienes han permitido que México se mantenga de pie.