La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), este 1º de julio, constituye un paso importante en las relaciones multilaterales de México.

Con la ratificación del T-MEC por parte del Senado de la República, México se comprometió a modernizar su legislación interna para cumplir con las condiciones previstas en dicho acuerdo comercial, cuya aprobación se vino posponiendo en razón de la urgencia por atender la emergencia sanitaria que azota al mundo.

Reconocemos los beneficios que generará este nuevo acuerdo, como conservar el acceso preferencial al mercado más grande del mundo, la certidumbre que provocará para atraer inversión al país, la garantía en la estabilidad de los flujos comerciales y el reforzamiento en la competitividad de la región.

Vemos en el T-MEC un avance hacia un comercio más responsable, pues contiene aspectos como un mecanismo binacional para resolver los problemas comerciales que se presenten y prevé un mecanismo de respuesta rápida binacional en materia laboral.

Tenemos claro que el T-MEC coloca a nuestro país en una posición de privilegio a nivel global que pretendemos sea en beneficio de la economía, los trabajadores y las empresas mexicanas.

Sin embargo, no debemos perder la perspectiva: El T-MEC no es la solución a los problemas del país. En 1994 se afirmaba que el TLCAN sería la puerta de entrada de México a la modernidad. La realidad nos muestra un país con bajo crecimiento, sumergido en un proceso de recesión económica y con altos niveles de desigualdad.

En consecuencia, la armonización de nuestra legislación a los compromisos adquiridos en el T-MEC, pasa por la revisión de aspectos que es conveniente sean corregidos.

Por desgracia, el panorama económico de México, pinta un horizonte gris, frente al cual, esperamos, el T-MEC contribuya a subir la cuesta que la pandemia colocó frente a nosotros.

En la Cámara de Diputados hemos aportado nuestra voluntad y votos para respaldar aquellas acciones que permitan al país volver a la ruta del crecimiento, el combate a la inseguridad y que cuente con los recursos necesarios para abatir las desigualdades.

Nos interesa que a México le vaya bien, porque en esa proporción mejorarán las condiciones de la población. Por ello, le apostamos a que la armonización de la legislación nacional al T-MEC, la cual respaldaremos con algunas adecuaciones, otorgue ventajas competitivas a México para atraer inversiones y generar empleos.

El T-MEC, es un instrumento con el cual México envía un mensaje de certidumbre a la inversión que tanto urge al país en estos momentos de emergencia económica.

Es tiempo de unir voluntades para sacar adelante al país. Es momento de evitar retrocesos y sentar las bases para un desarrollo, con justicia y oportunidades para todos. Anclar los avances al comercio exterior debe ser una alternativa. Es tiempo de alcanzar los acuerdos que ayuden al país a superar la emergencia económica.

Urge una estrategia nacional de apoyo decidido a los millones de trabajadores que se han quedado sin ingresos y sin empleo, con un Ingreso Vital, de carácter temporal, que les permita superar la difícil situación. Se requiere de una estrategia que también auxilie a pequeñas y medianas empresas y comercios que han cerrado.

Urge una estrategia, construida con la voluntad de todos, con la que le demos una nueva oportunidad a México.

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