La Real Academia de la Lengua Española define al populismo como “la tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”. Son gobiernos con la pretensión de sumar a las masas a su causa, que suelen llegar al poder en medio de una gran legitimación, cargados de promesas con complicaciones para cumplirlas, se inclinan en culpar al pasado de los problemas, crean redes corporativistas y suelen polarizar a la sociedad generando división.

En la actualidad esta tendencia se ha venido extendiendo en el mundo y se encuentra más activa de lo que se piensa. La aparición del Covid-19 ha puesto a estos gobiernos en el aparador, no por su origen democrático ni por las banderas que enarbolan, sino por la forma en que han atendido la pandemia y sus negativas consecuencias.

A nivel mundial, existen casos como los gobiernos de Donald Trump en Estados Unidos, Narendra Mori en la India, Jair Bolsonaro en Brasil, Nicolás Maduro en Venezuela, Vladimir Putín de Rusia y Andrés Manuel López Obrador en México, entre otros más.

Suelen ser muchas las causas del ascenso de este tipo de gobiernos al poder, sin embargo, un factor de peso en las frágiles estructuras democráticas se encuentra en que son sociedades sumidas en largos años de corrupción e impunidad, injusticias, inseguridad, crisis económica y abusos del poder público.

Lo anterior, genera en el elector sentimientos de frustración y el desencanto por la falta de respuestas a las promesas y la ineficiencia de los gobiernos reflejada en los raquíticos resultados en beneficio de la población.

Por lo general, en su discurso se asumen como predestinados a salvar al pueblo de la corrupción y las élites que lo empobrecen, a las cuales describen como contrarias a los intereses nacionales, creando un relato político que, sin ser una ideología, les beneficia en el ejercicio del poder y cuyo contenido está cargado de culpas del pasado y de sus oponentes.

Por tanto, existe una élite opresora y una clase popular oprimida. En medio se encuentra el gobierno populista que imbuido de las necesidades del pueblo, las conoce y dice representar. En nombre del interés superior del pueblo suelen aparecer el autoritarismo, la intolerancia y la violación a las libertades.

De igual forma, este tipo de gobiernos, tienden a violar las normas y reglas democráticas, rechazando o ignorando el punto de vista de los opositores, les cuesta trabajo respetar el Estado de Derecho, rechazan los procesos de negociación política y adoptan decisiones de forma unilateral.

El resurgimiento de los gobiernos populistas se entiende también porque grandes proporciones de la población se encuentra desencantada con los gobiernos que no pudieron mantener o alcanzar la prosperidad esperada.

En México, después del fracaso de la alternancia del 2000 y el regreso del gobierno priísta, la población se inclinó, con justa razón, por una alternativa que terminara con la inseguridad, la corrupción, la impunidad y la grave situación económica.

Lamentablemente, a dos años del actual gobierno, el país se encuentra sumergido en una profunda triple crisis: una crisis económica, iniciada antes de la pandemia y agravada con ella, con millones de desempleados, incremento de la pobreza y profunda recesión; una crisis de seguridad, con altos niveles delictivos pese a su militarización y una crisis sanitaria que parece no tener fin, con ya cerca de 70 mil muertes, por el manejo irresponsable de la pandemia por parte del gobierno.

Lo cierto es que, en tiempos normales, las promesas incumplidas y el discurso hueco tienen poco efecto, pero en tiempos de pandemia las falsas promesas quedan al desnudo por la realidad y sus negativas coincidencias con otros gobiernos del mismo corte, como ocurre con los gobiernos de México, Estados Unidos y Brasil y su pésima gestión, fracaso en la estrategia y gravísimos resultados ante la pandemia, con miles de contagios y muertes.

Es necesario avanzar sin aferrarnos al pasado, dejar atrás al sistema que envejeció y es tiempo que rectifique el actual gobierno que se niega a pensar en el futuro para superar la actual crisis económica, de seguridad y sanitaria. Es claro que las soluciones del pasado ya demostraron que no sirven para resolver los problemas del presente y el futuro.

México necesita un nuevo trato para hacer posible la Evolución Mexicana que necesitamos.

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