El diario acontecer de la comunidad migrante radicada en Estados Unidos avanza en medio de la incertidumbre y temor que despiertan las amenazas del presidente de ese país, con claros intereses electorales, con el incesante ataque contra migrantes y el anuncio de nuevas redadas que tienen como consecuencia inmediata la separación de familias y daños a niñas y niños.
Frente al permanente acoso del régimen de Donald Trump, tiene vigencia en las principales ciudades estadounidenses con importante población migrante, el poema “El Nuevo Coloso”, de Emma Lazarus (1883), inscrito en la Estatua de la Libertad: “Dame a tus cansados, tus pobres / tus masas amontonadas anhelando ser libres…”, con un gobierno que rechaza a los cansados, a los pobres, que llegan a ese país, por el solo hecho de querer oportunidades o huir de la violencia e inseguridad de sus países.
Son precisamente esas “masa amontonadas anhelando ser libres”, factor de estabilidad económica de sus países, como en el caso de México, que su esfuerzo permite con millones de dólares en remesas, las que se organizan y resuelven su problemática, ante la parálisis institucional de sus países de origen.
Cansados del acoso del gobierno estadounidense, asumen su propia lucha con dignidad. En estos días decenas de familias separadas en Estados Unidos, han iniciado proceso de demanda en contra del gobierno de Estados Unidos, bajo la Ley Federal de Reclamos por Responsabilidad Civil, por los daños que han sufrido los menores separados, que van del abuso sexual y físico hasta el daño emocional, que podría traducirse en pagos indemnizatorios por millones de dólares.
El Departamento de Salud de Estados Unidos, responsable del cuidado de menores migrantes, ha atendido a miles de niños que ingresaron a ese país sin acompañante y a menores separados de su familia en orfanatos, refugios y campos de detención, en donde sufrieron traumas emocionales graves por ataques físicos o abuso sexual, cuyas secuelas, afirman pediatras y sicólogos, los marcarán por siempre.
En la defensa de la comunidad migrante en Estados Unidos, afortunadamente, y gracias a los propios esfuerzos de los migrantes, surgen nuevas formas de resistencia, además de la legal, y nuevos aliados: Vecinos y voluntarios se han sumado al apoyo para cuidar a los niños cuyos padres han sido deportados.
La comunidad migrante se organiza, realizando los trámites legales necesarios para dejar en custodia a sus hijos, con familiares o amigos, en caso de enfrentar la deportación. Igualmente, protestan afuera de centros de detención para exigir sean cerrados y han organizado brigadas para defender a migrantes ante posibles abusos a sus derechos y, aún si es necesario, enfrentar a los agentes migratorios en las redadas.
Es más, encuestas recientes muestran como en Estados Unidos existe un mayoritario rechazo a las decisiones antiinmigrantes de Donald Trump (Gallup) y un reconocimiento, también mayoritario, de las aportaciones de los migrantes al crecimiento de los países por su trabajo y talento (Pew Research). Sin duda, el tema migrante definirá el fiel de la balanza en la elección presidencial de nuestro vecino del norte.
Frente a estas formas de organización y protestas para impedir las deportaciones, cabe preguntarse, ¿el gobierno mexicano que hace, además de darles orientación y asesorías, a través de los consulados?
La comunidad mexicana migrante merece un nivel de respuesta similar a su aportación a la economía del país. La deuda histórica se mantiene con ellos. ¿Cuándo la saldará el Estado mexicano?