Tanto que ha evitado ponérselo por meses, pero todo indica que el presidente Andrés Manuel López Obrador tendrá que usar un tapabocas o no podrá subirse a un avión. Nos recuerdan que desde que llegó la pandemia del Covid-19 a México, el presidente señaló que no usaría cubrebocas en sus eventos masivos o privados porque el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, no se lo recomendaba. Sin embargo, el próximo lunes, si finalmente decide viajar de la Ciudad de México a Cancún, para encabezar un día después el banderazo de inicio de obras del Tren Maya, el mandatario tendrá que usar un cubrebocas. Nos detallan que el mandatario solo usaría esta protección contra el Covid-19 de ida, porque de regreso, de Sayula, Veracruz, a la Ciudad de México, lo hará por tierra. Así que las cámaras estarán esperando para captar el momento en el que el Presidente se ponga, por fin, un cubrebocas.

El voto de la ministra contra la 4T

En estos días en los que la pandemia hace necesario tener la boca tapada, ayer la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Margarita Ríos Farjat, cerró la boca a varios. A pesar de haber sido una de las integrantes del pleno propuestas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, doña Margarita votó ayer en contra del Ejecutivo. La ministra Ríos Farjat votó a favor de que los funcionarios de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) ganen más que el Presidente, López Obrador. La votación se dio en la Primera Sala y resolvió por mayoría de tres votos conceder la suspensión a la Cofece. Así que uno de los tres votos que permitió que funcionarios de un órgano autónomo ganen más que el Presidente, fue precisamente de una ministra propuesta por el mandatario. Una muestra de independencia, y un verdadero tapabocas para los críticos.

La CNDH y las carambolas

Nos dicen que desde la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que preside Rosario Piedra Ibarra, se distribuye y promueve información con la intención de desacreditar a autoridades y exdirigentes de la UNAM que suelen discrepar con las versiones de la autollamada Cuarta transformación. Algunos de estos personajes señalan que, en estos días en que el país atraviesa por lo más álgido de la pandemia, pareciera poco oportuno tratar de acallar voces que surgen de la academia y de la ciencia, sean éstas discordantes o no, de las cifras o posiciones oficiales. El tema, nos comentan, sería aún más grave si la instrucción de desacreditar a estas voces proviene directamente desde alguna oficina del Senado, donde despacha quien —nos aseguran— realmente manda hoy en la comunicación de la CNDH, y que gusta jugar de carambola.

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