Entre broma y broma, la verdad se asoma, reza un muy popular dicho mexicano. Ya son varias veces que, “en broma”, el presidente Andrés Manuel López Obrador juega con el tema de tener un mandato de más de seis años. Una de estas supuestas chanzas se dio el miércoles cuando dijo que a su mandato le faltaban seis años y, luego de un silencio de segundos, explicó que en realidad le quedan a su gobierno tres años, pero como él trabaja el doble que los anteriores presidentes es como si fueran seis años. Ayer volvió al tema y dijo que algunos ciudadanos le piden: “Reelíjase, y les digo no, ¿que no ven que ya estoy chocheando?”. Al final de su sexenio, Carlos Salinas de Gortari sondeó veladamente a la opinión pública acerca de una posible reelección. El resultado de aquel ejercicio, nos comentan, fue abrumadoramente negativo al tema. ¿Será que el actual presidente es muy bromista o que se mira en el espejo de su innombrable enemigo político y suelta algunos buscapiés para ver cómo está el termómetro para hablar, quizá no de una reelección, pero sí del término de moda: la ampliación del mandato?
La congelada del gabinete
La mañana de ayer en la conferencia matutina del presidente López Obrador sopló un helado viento que, muy seguramente, llegó hasta Insurgentes Sur, donde se encuentra la sede de la Secretaría de la Función Pública, y caló en los huesos de la secretaria Irma Eréndira Sandoval. Directamente se le preguntó al Presidente: “¿Está firme Irma Eréndira Sandoval?” Y él respondió: “Estamos gobernando bien, estamos avanzando como equipo y ya veremos hacia adelante”. Pese a que doña Irma era una de las secretarias del gabinete que más presumía de tener la cercanía y calidez del mandatario, no sorprende el trato gélido de AMLO, pues en Palacio Nacional, nos señalan, todos conocen el enojo del Ejecutivo por la abierta participación de la secretaria y de su esposo, John Ackerman, apoyando a su hermano Amílcar Sandoval a la candidatura de Morena a la gubernatura de Guerrero y su oposición y ataques a Félix Salgado Macedonio, que acabaron con la caída de Salgado y un altísimo costo para la imagen de Morena y del gobierno de la autollamada Cuarta Transformación. Ahora, si se sigue con la práctica de mandar a amigos y exsecretarios al exterior, nos dicen que, no sería descabellado que manden a doña Irma y a su esposo a inaugurar el consulado de México en Siberia, donde todo permanece congelado.
Morena y la expropiación de las Afores
Nos hacen ver que la idea de Morena de impulsar una reforma para estatizar las Afores no es una ocurrencia, sino que se viene gestando por lo menos desde 2019. El mismo presidente Andrés Manuel López Obrador ha criticado las altas comisiones que cobran las Administradoras de Fondos para el Retiro a los trabajadores, y de ahí la idea de que sea el Estado y no particulares las que manejen esos ahorros. La reacción adversa a esta propuesta que se vio ayer en las redes sociales prendió las luces de alarma en la 4T, y por eso tuvieron que salir primero el coordinador de los diputados de Morena, Ignacio Mier, y luego el líder de la mayoría en el Senado, Ricardo Monreal, a descalificar la supuesta iniciativa de su compañero Edelmiro Santos Díaz y a aclarar que no cuenta con el respaldo de sus grupos parlamentarios. Será que en realidad no hay intención de quedarse con el control de las Afores, o que alguien con un poco de sentido común se dio cuenta de que a tres semanas de las elecciones es un suicidio convalidar esa propuesta, que, a decir de la oposición, sería una “expropiación” de los ahorros de los trabajadores. Algunos morenistas consideran que la idea no es mala, pero por el momento no es oportuna. Ya veremos después del 6 de junio.
Sheinbaum y Ebrard, la espera
Nueve días después de la tragedia de la Línea 12, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum y el canciller Macelo Ebrard, cuyo gobierno construyó la llamada Línea Dorada, se volvieron a encontrar en un evento público que encabezó el presidente Andrés Manuel López Obrador. Fue durante la ceremonia de conmemoración de los siete siglos de la fundación de México-Tenochtitlán, en el Museo del Templo Mayor. Al igual que la conferencia mañanera del 4 de mayo en Palacio Nacional, donde ambos funcionarios dieron sus versiones sobre lo ocurrido ese lunes negro, que ha cobrado la vida de 26 personas. Conforme al protocolo, la jefa de Gobierno esperó al Presidente para ingresar juntos al Museo, el canciller lo hizo minutos antes. Ya en el templete, ninguno de los dos se dirigió la mirada, ni mucho menos un saludo. Saben que alguno de los dos podría salir mal librado de este episodio trágico. Ambos, más el exjefe de Gobierno y actual senador por el PRD, Miguel Ángel Mancera, se mantienen a la espera del peritaje.