Peniley Ramírez

La mujer de las confianzas del presidente

Buenrostro se convirtió en una de las pocas funcionarias que tenía al menos una reunión semanal con el presidente a solas y sin testigos, mucho más que varios secretarios de Estado. Su influencia abarcaba casi todo el gobierno

20/12/2019 |03:08
Redacción El Universal
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“Todo pasa por ella. No hay forma de comprar algo sin que ella lo sepa”, me dijo hace meses un secretario de Estado, refiriéndose a Raquel Buenrostro, quien ahora encabezará el Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Buenrostro era la oficial mayor de Hacienda, un puesto que en sexenios anteriores se encargaba de administración y compras de la Secretaría, pero que en el último año adquirió una dimensión descomunal y permitió, a decir del presidente, ahorros por 200 mil millones de pesos.

Desde la transición de gobierno, el equipo obradorista decidió concentrar las compras, para bajar costos y dejar en pocas manos las transacciones que llevaban un riesgo de corrupción. En pocos meses, Buenrostro se convirtió en una de las pocas funcionarias que tenía al menos una reunión semanal con el presidente a solas y sin testigos, mucho más que varios secretarios de Estado.

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Su influencia abarcaba casi todo el gobierno, ya que los oficiales mayores de cada secretaría (ahora llamados titulares de la Unidad de Administración y Finanzas, o TUAFs) fueron nombrados con la advertencia de que responderían a ella. Esto trajo retrasos importantes en contrataciones claves, que abonaron a la baja en el gasto público, a decir de funcionarios con altos cargos en varias dependencias. Uno de los más graves fue en la compra de medicamentos, que desató una crisis de desabasto provocada en parte, según Hacienda, por la resistencia de las farmacéuticas.

El principal problema era que la dimensión de las compras asignadas al área de Buenrostro sobrepasaba por mucho la capacidad real de operación burocrática de la oficina que ella dirigía. Pero esto no la hizo caer de la gracia del presidente. Al contrario, ante la queja de varias dependencias, él la refrendaba como una mujer honesta, tal cual hizo este 19 de diciembre, al anunciar su nombramiento en el SAT.

A mediados del año, Buenrostro volvió a una vieja rencilla: sus diferencias de hace 15 años con el actual secretario de Hacienda, Arturo Herrera. Ante la salida de Carlos Urzúa, en julio, Herrera fue nombrado en su lugar. Sus primeras acciones tras el ascenso incluyeron llamar a los secretarios de Estado y preguntarles si estaban contentos con sus TUAFs o querían cambiarlos. Un mes más tarde, en el Diario Oficial de la Federación se publicó un decreto que eliminaba la capacidad de Buenrostro para nombrar funcionarios en otras dependencias.

Aunque Herrera es el secretario, Buenrostro seguía teniendo reuniones privadas con el presidente, mientras él buscaba el consejo de exsecretarios de otros gobiernos, como José Antonio Meade, José Antonio González Anaya y en las reuniones de gabinete prácticamente no hablaba con el jefe del ejecutivo.

Dicen en Hacienda que, también, Herrera y Buenrostro prácticamente no tenían diálogo. Sus diferencias comenzaron en 2004. Ambos laboraban en la secretaría de Finanzas del Distrito Federal, en la administración de Andrés Manuel López Obrador, con el mismo nivel administrativo. Luego del escándalo del secretario Gustavo Ponce, quien fue exhibido apostando en Las Vegas, Andrés Manuel López Obrador nombró a Herrera como su secretario de Finanzas en el GDF. Meses después, Buenrostro salió de la secretaría, donde era subtesorera de política fiscal. Fuentes que los conocieron dicen que no se explica su salida sin considerar sus diferencias.

Ahora, López Obrador la envía a un sitio donde necesita resultados urgentes. La promoción de Margarita Ríos-Farjat a la Suprema Corte –lo expuse en otra columna– justo buscaba nombrar en el SAT a alguien que aumente la recaudación de impuestos y en quien él confíe.

Pero esto no dejará a Hacienda sin supervisión desde Palacio Nacional. En lugar de Buenrostro, el presidente nombró como nueva oficial mayor allí a Thalía Lagunas Aragón, quien era hasta ahora la coordinadora técnica en Presidencia, encargada de seguir y evaluar los programas integrales del gobierno federal. Lagunas también había trabajado bajo las órdenes de Herrera en el GDF. Su llegada a Hacienda se suma a varios nombramientos del equipo que operó entonces en la capital y ahora lidera en Hacienda.

@penileyramirez