En los últimos cinco años, un equipo de investigadores en México ha experimentado cómo un medicamento puede desinflamar el sistema nervioso central. Se llama Dexametasona. En lugar de inyectarlo, han propuesto que se use una cantidad mínima, que llegue al cerebro desde el nervio olfativo, que está en la nariz. Han tenido buenos resultados controlando la inflamación en el sistema nervioso central, en el respiratorio y todo el organismo. Los resultados fueron publicados en revistas especializadas calificadas mundialmente.
En marzo, propusieron que ese tratamiento también se use para pacientes con coronavirus, que provoca una inflamación de todas las células del cuerpo humano, incluyendo los pulmones y el sistema nervioso. “Por eso creemos que muchos pacientes pierden el gusto y el olfato, el virus está afectando el sistema nervioso que controla esos sentidos”, explica Edda Sciutto, una de las autoras del estudio e investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM. “Debe ser una dosis muy específica, en hospital y no en los primeros días. La inflamación inicial ayuda a que el paciente enfrente el virus; debe usarse cuando empieza a salirse de control la inflamación”.
Hace unos días, el equipo recibió la noticia de que se hará una prueba experimental de este tratamiento en 60 pacientes del Hospital General de la Ciudad de México, uno de los que tienen más pacientes con coronavirus. El siguiente paso es que sea aprobado como Protocolo Único, esto es, que todos los hospitales que atienden coronavirus puedan usar esta terapia.
En los últimos meses, investigadores de Europa y Estados Unidos han experimentado con la dexametasona, pero México lleva la ventaja de que la vía intranasal está probada en otros padecimientos con inflamación descontrolada, explica Gabriela Meneses, parte del equipo y quien dirige el departamento de Parasitología en el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos.
Sciutto coordina al mismo tiempo otros proyectos con muy buenos augurios. Trabaja con 50 investigadores y estudiantes, de 10 instituciones. Se han organizado para hacer pruebas rápidas, que no cuesten más de 100 pesos y diagnostiquen si una persona es inmune al coronavirus, esto es, si ya lo tuvo y fue parte del 80% de la población infectada que nunca presenta síntomas.
Francisco Suárez, director de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, cuenta que en su Facultad pasarán el verano haciendo miles de pruebas rápidas, a muestras que ya tienen resultado para coronavirus en laboratorio, para confirmar si la prueba rápida coincide con ese resultado y es, por tanto, confiable. “Para agosto podríamos tenerlas listas”, dice.
Al mismo tiempo, Juan Pedro Laclette, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, trabaja en este proyecto liderado por el INER, que busca confirmar si un paciente tiene el virus activo con pruebas y distinguirlo de otras enfermedades respiratorias que den resultados en apenas unos minutos, y no en varios días, como las que se están usando ahora. “Se podrían hacer muchos más diagnósticos y será mucho más barato”, explica.
El gran proyecto es la vacuna, que también va avanzado. Están haciendo pruebas en animales y esperan para finales del año noticias más alentadoras. “Sabemos que otros países, que comenzaron a experimentar antes, buscan una vacuna, pero no podemos sentarnos a esperar nuestro turno en la fila de países ricos que saldrán a comprar. Tenemos que seguir en nuestra ruta, con nuestros investigadores, y creemos que es una ruta correcta”, dice Laclette.
El trabajo de estos científicos no detendrá de inmediato la ola de muertes que vemos hoy a diario. Tampoco hará que tengamos una vacuna lista este otoño, quizá tampoco este invierno. Lo que sí permitirá es que tengamos una perspectiva de nuestra nueva vida con más pruebas, más baratas, confiables, accesibles y la posibilidad de un tratamiento exitoso. Como ellos, otros equipos de investigadores en el país están trabajando a un ritmo frenético para hacer propuestas y experimentos que ayuden a paliar la crisis. No los vemos, pero allí están. Un enorme gracias a todos ellos.
@PenileyRamirez