La historia de El Guasón es un relato de la desigualdad y la pobreza, del clasismo y la discriminación; y especialmente de la falta de compromiso de los Estados para poner por delante a los más desfavorecidos.

Arthur Fleck es un personaje que —haciendo referencia a Jarabe de Palo— llevaba “la marca del lado obscuro”: nació y creció en la pobreza. Y por si las carencias económicas fueran poco, de niño fue abusado por la pareja de su madre, quien permitió esto al ser una persona disfuncional. Su dura infancia le llevó a desarrollar un trastorno mental que le causaba una risa repentina e incontrolable, motivo por el cual se convirtió por el resto de su vida en un dependiente de la ayuda del Estado para recibir tratamiento psiquiátrico.

A pesar de esto, Arthur anhelaba llevar risas y alegría para todos. Por eso trabajaba como payaso y soñaba con ser comediante de stand up. Pero pronto la vida, recordándole “su lugar”, le daría una nueva paliza. Mientras regresaba a su casa en el metro tras ser injustamente despedido de su trabajo como payaso, fue embestido a golpes y patadas por tres niños ricos de Wall Street. Arthur reaccionó y, con la pistola que cargaba circunstancialmente, asesinó a los jóvenes agresores.

Ante este grave delito, Thomas Wayne, un multimillonario aspirante a alcalde de Ciudad Gótica, en entrevista por el caso del incógnito payaso asesino, declaró que “aquellos que hemos hecho algo con nuestras vidas siempre veremos a los que no lo han hecho como ninguna otra cosa, sino como payasos”.

Entonces, bajo la consigna de “Todos somos payasos”, las protestas estallaron en las calles de Gótica. Un movimiento de oposición a las élites, de los olvidados del sistema en contra de los privilegiados, de los de la “cara mala” contra los de la “cara buena” del mundo.

Bajo este contexto, Arthur recibió una mala nueva: la ciudad recortó el presupuesto de servicios sociales, incluidos los de salud, lo que lo dejó sin terapia y sin medicamentos. ¿Qué obtienes cuando cruzas a un enfermo mental solitario con una sociedad que lo abandona y lo trata como basura? —pregunta el personaje posteriormente.

Durante esos días, persiguiendo su sueño de ser comediante, Arthur hizo una presentación en un bar de stand up. Su rutina de comedia, que resultó un fiasco para hacer reír al público, fue identificada como objeto de burla por Murray Franklin, conductor de un afamado programa de entrevistas. El tema musical del show de Murray era la canción de Frank Sinatra, That’s life, que en una de sus estrofas dice: “Así es la vida, y por curioso que parezca, algunos se divierten pisoteando un sueño.” Bajo esta filosofía, con el claro y único objetivo de mofarse de él, Murray invitó a Arthur a presentarse en su programa.

A petición de Arthur, Murray lo presentó como Joker, y la entrevista terminó mal, muy mal, con el asesinato de Murray. Arthur fue detenido eventualmente y enviado a prisión, en donde pasó un tiempo hasta que su caso acreditó ser llevado a juicio. El Estado de Nueva York versus Arthur Fleck, en lo que prometía ser el juicio del siglo.

Esta segunda parte de la historia aborda el tema de la desigualdad desde la perspectiva del sistema de justicia. ¿Víctima o monstruo? ¿Absolución o castigo? ¿Reconocimiento de sus crímenes o justificación de los mismos?

Por eso, la historia de The Joker es un relato de la desigualdad: el caso de una buena persona, víctima de la pobreza y el abuso, que terminó convirtiéndose en un delincuente. El retrato de un sistema social que invisibiliza la existencia de los más desfavorecidos; la fotografía de una sociedad clasista y elitista; una dura crítica a un sistema que tiende a criminalizar a los que nacen fuera del privilegio.

¿Cómo se relaciona la ficción de El Guasón con nuestra realidad? ¿Qué tiene que ver esta película con la creciente insatisfacción global con la democracia? ¿Qué nos plantea respecto a la importancia de fortalecer las instituciones de seguridad social y de salud pública? ¿Qué nos sugiere para alejar a los jóvenes de las actividades delictivas?

De igual forma, ¿qué nos dice el arrogante discurso de Thomas Wayne de calificar como payasos a todos los que “no han hecho nada con sus vidas”? ¿Se parece a la postura de los que están en contra del aumento a los salarios mínimos? ¿A la de aquellos que critican a los gobiernos que impulsan programas de apoyo social? ¿Las protestas de Ciudad Gótica pueden explicar, al menos en parte, a los estallidos sociales ocurridos en Chile, en Colombia y alrededor del mundo?

Por eso, el relato de The Joker nos hace un importante recordatorio: la urgencia de atender las causas que originan la desigualdad, de fortalecer los sistemas de seguridad social, de educar a nuestras niñas, niños y jóvenes en contra de la discriminación y a favor de la empatía, así como de construir una sociedad más justa y próspera para todas y todos.

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