Y de pronto… la oscuridad.

Un extraño enemigo ha llegado,

desatando la tempestad,

perdurará su legado.

El mundo que conocíamos terminó

y las calles se llenaron de vacío,

el silencio todo lo consumió,

germinando una fiebre de hastío.

Y nuestro oxígeno cambió

y comenzamos a respirar miedo,

la noche se encuentra de luto,

la muerte en nuestro desvelo.

Y lo que no debía estar junto se separó

y coincidieron los destinos más insospechados.

Y de pronto… la magia ocurrió

… se volvieron a juntar las palmas de nuestras manos.

Y las oraciones volvieron

y le rogamos a Dios, al destino y al cielo…

¡Por favor, danos más tiempo de vida!

¡Por favor, déjanos conquistar nuestros sueños!

La muerte nos dio una lección

y nos hizo valorar más la vida.

Y agradecimos tener al sol

y volver al núcleo de la familia.

Y contamos los segundos para volver a abrazarnos.

¡Al diablo la postergación!

reza el himno de los resucitados.

Y de pronto… la oscuridad terminó,

el extraño enemigo fue aplacado.

La luz salió,

una nueva oportunidad ha comenzado.

*Posdata

Nos robó dos años, miles de vidas y nuestra tranquilidad. Nos robó la certeza de sentirnos invencibles, nuestra rutina de trabajo y la calidez del contacto físico.

Sin embargo, los que seguimos aquí es porque no nos ha matado. Hoy los semáforos se pintan de verde y la Ciudad de México celebra la vacunación del 99% de su población adulta, mientras que a nivel nacional este grupo ya supera más del 80%. Somos la generación que sobrevivió a la pandemia de nuestro siglo.

Y ahora nuestras calles se llenan de gente, los niños ríen y juegan de nuevo en las escuelas, las parejas caminan de la mano y las terrazas de los cafés extienden sus manteles.

A pesar de esto, seguimos en pandemia y nos acecha una cuarta ola de contagios, por lo que no debemos bajar la guardia. Sin embargo, el pueblo de México se encuentra ansioso de recuperar la tranquilidad, ávido de esperanza y sediento de volver a vivir.

La pandemia nos ha transformado profundamente, y ni nosotros, ni nuestra sociedad, volverá nunca a ser la misma: ¡Hemos resucitado!… en una nueva forma de ver, entender y vivir la vida. Por eso, hoy cantamos un nuevo himno, el himno de los resucitados.

https://scholar.harvard.edu/pedrorangel

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