Los chavorrucos ochenteros recordamos con gusto una película de acción que vimos durante nuestra adolescencia, protagonizada por Sylvester Stallone, Sandra Bullock y Wesley Snipes: “El demoledor” . La cinta trata de un polícía, John Spartan, a quien se le juzga por haber antepuesto la captura de su archienemigo Simon Phoenix, sobre el rescate de un grupo de rehenes que terminaron perdiendo la vida. Tanto el héroe como el villano son confinados en 1996 a una crio-prisión y condenados a pasar décadas de rehabilitación en estado de congelamiento.
Treinta y seis años después, ambos son descongelados… y para su sorpresa, la vida del 2032 es completamente distinta a la de los noventas: es una sociedad educada y pacífica que viste en kimonos, en la cual existen cabinas públicas para fortalecer el autoestima. En este mundo las groserías están prohibidas, y quien las usa recibe una multa por quebrar los códigos de moralidad verbal. Asimismo, los vehículos son eléctricos y autónomos, los edificios son inteligentes, y el alcohol, el cigarro, la carne y la sal son ilegales. Además, es una sociedad en la que no se acostumbra el contacto físico y en donde el sexo se realiza mediante cascos generadores de ondas alfa que transfieren las energías sexuales.
La diferencia abismal que existe entre la sociedad de los noventas y la del 2032 de esta historia, tiene un fundamento esencial: la tecnología y las telecomunicaciones . El avance de ambas cimienta la base de una nueva organización social. En este sentido, hoy nos encontramos en los albores de una revolución tecnológica que traerá grandes transformaciones sociales en los años por venir… la red móvil de quinta generación, mejor conocida como la 5G.
Bajo el supuesto de que hoy nos congelaran y nos despertaran en el 2032, ¿qué cambios traerá la 5G a nuestras sociedades? Tomando en cuenta que sus características principales son la mayor velocidad de conexión, un tiempo imperceptible entre el momento de enviar y recibir información, y la capacidad para conectar un gran número de dispositivos, hablemos por lo menos de cinco grandes transformaciones.
En primer lugar, se encuentran las de la industria: la 5G facilitará el nacimiento de las fábricas inteligentes . Las empresas, al ser capaces de crear sus redes inalámbricas privadas, contarán con una infraestructura de comunicación independiente que les permitirá alcanzar una mejor comunicación entre las personas, las máquinas y las instalaciones, y así lograr una optimización en el aprovechamiento de sus recursos. Esto mejorará las actividades de la cadena de producción, y aumentará la velocidad de los procesos productivos basados en la automatización. Grandes cambios vendrán entonces en la industria de la manufactura, tan relevante para la competitividad de México en el escenario internacional.
En segundo lugar, están las ciudades inteligentes . La alta velocidad de conexión, en simbiosis con el internet de las cosas, permitirá a las ciudades mejorar la prestación de servicios públicos, tales como la gestión del tránsito, el alumbrado público y la recolección de basura. Innovaciones en estos y otros campos ayudarán a optimizar la calidad del aire. De esta manera, la 5G coadyuvará a redefinir los modelos de sustentabilidad de las ciudades para así hacer frente a los complejos desafíos de la urbanización y a mejorar la calidad de vida.
Otra gran transformación de la 5G será el teletrabajo , el cual depende de contar con una buena conexión a internet, tanto en las organizaciones como en los hogares. Si bien durante la pandemia se aceleró su implementación a nivel mundial, durante los próximos años se irán armonizando los marcos jurídicos en términos de los derechos laborales, consolidándose modelos híbridos de trabajo. A las organizaciones les permitirá reducir costos, espacios y tiempos; y a los trabajadores les ayudará a evitar desplazamientos, además de expandir su mercado laboral más allá de las fronteras nacionales.
Los servicios médicos en remoto representan otra gran transformación que vendrá de la mano con el despliegue de la 5G. En primer lugar, ya vigentes en nuestra cotidianeidad, se encuentran las consultas médicas a distancia. La cobertura de internet en zonas remotas permitirá el acceso a los servicios de consulta para los habitantes de las comunidades que carecen de profesionales de la salud. Asimismo, se desarrollará la industria de cuidados a distancia, la cirugía en remoto y el monitoreo permanente de síntomas, que contribuirá a la adopción de un modelo preventivo de enfermedades.
La quinta gran transformación de la 5G se encuentra en el desarrollo de la realidad virtual y la realidad aumentada. La conexión veloz y la latencia mínima permitirá a los distintos dispositivos tener la calidad de imagen necesaria para disfrutar de estas tecnologías. Las gafas inteligentes permitirán a los usuarios realizar al menos todas las acciones que hoy se hacen con el teléfono móvil. Las barreras físicas y las distancias dejarán de ser un problema: vendrán transformaciones radicales en las industrias del entretenimiento y la educación.
Si nos congelaran hoy y nos descongelaran dentro de diez años, quizás aún no vistamos kimonos, ni hayamos dejado de decir malas palabras, y el sexo —crucemos los dedos— seguirá siendo una actividad física. Sin embargo, la 5G que comienza ahora a ser desplegada, sin duda alguna transformará por completo la realidad que hoy conocemos.