El constante crecimiento que ha tenido la población mundial nos ha llevado a emprender la búsqueda de nuevas alternativas que nos permitan cubrir la demanda de alimentos que hoy impera en los cinco continentes.
Es necesario que el suelo reciba los nutrientes necesarios para que los cultivos sigan creciendo y así generar cosechas adecuadas que produzcan los alimentos requeridos para nuestra supervivencia y la de cada uno de los 7,753 millones de personas que viven en nuestro planeta.
Uno de los países más importantes para esta tarea es México , décimo segundo productor de alimentos en el mundo y décimo primer exportador de alimentos. Con un valor de mercado de 37,789 millones de dólares en 2021, el país es el primer proveedor externo de alimentos de Estados Unidos y se ha ubicado como el segundo proveedor de alimentos de Canadá, con un valor de 966 millones de dólares.
Es por esta razón que resulta urgente que esta región del mundo transite hacia el uso de sistemas que empleen de manera adecuada los fertilizantes, aprovechando sus capacidades y disminuyendo la contaminación de los suelos y aguas subterráneas.
De acuerdo con un estudio reciente realizado por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), hasta un 23% de las emisiones de gases que generan calentamiento global son producto de la agricultura y ganadería.
No debemos olvidar también que un uso excesivo o insuficiente en estos nutrientes puede tener consecuencias adversas (ya que toda acción tiene consecuencias), por lo que la práctica de la agricultura de precisión es crucial. Para lograrla, es necesario contar con herramientas de agricultura digital que favorecen la fertilización de los campos, entre ellas, AtFarm, que, al permitir conocer el ADN de los cultivos, indica la dosis necesaria de nutrientes para cada cultivo, lo cual genera un mayor rendimiento sin aumentar la dosis, y en muchos casos la disminuye, evitando la pérdida de nutrientes, ya que sólo se aplica lo que el cultivo va a absorber, mientras que, a la par, se obtiene menor impacto ambiental. Estas tecnologías, en combinación con el uso de productos en base a nitratos, que aumentan la producción obtenida por cada kilo de nutriente aplicado y evitan las pérdidas de nitrógeno por volatilización que suceden con los fertilizantes tradicionales como la urea, contribuyen positivamente a la descarbonización de la cadena agroalimentaria.
Es a través de estos procesos que se logrará dar pasos favorables hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la agenda 2030 de “Hambre cero”, los cuales priorizan la producción de más y mejores alimentos para la población, que apunta a continuar en crecimiento. Es necesario continuar con la inversión en el campo, con miras a evitar lidiar con futuras crisis alimentarias más adelante.
Trabajando con los productores mexicanos capacitados y con el uso de herramientas tecnológicas de precisión, podemos intensificar la producción de alimentos y reducir la huella de carbono, contribuyendo así a un futuro alimentario positivo con la naturaleza.
SVP de Yara en Latinoamérica