Las peores variables y escenarios se combinan y nadie se imaginó semejantes desafíos.

Necesitamos un equipo de poder de gigantes para lograr sortear la adversidad.

México como nación está a prueba, tenemos que defender nuestra soberanía, nuestra economía, reconstruir la gobernabilidad, nuestro arreglo social/cultural y nuestros horizontes de futuro inmediato.

En medio de la peor peste pandémica de todos los tiempos.

La peor época, con el gobierno que se muestra como el más débil e improvisado.

Venimos caminando desde un parteaguas cívico y democrático sin precedente: el mandato popular asestado en las urnas, firme y contundente.

El triunfo político más legítimo en decenas de años, hubo euforia social no vista desde los tiempos de López Mateos. Lo voluntad popular entregó el Congreso federal, algunos estados, renació la esperanza.

Esa esperanza está marchita, permea el miedo, la incertidumbre, el pesimismo, la abstención.

La 4T está herida de muerte, marchita, doliéndose, la semilla sembrada parece no dar fruto. El sueño se esfuma.

La fiesta democrática de 2018 provoca una resaca terrible, derivada de decisiones controversiales, de un reclutamiento e integración del equipo que llegó a su curva de competencia límite desde hace tiempo.

Es necesario rodearse de grandes como Guillermo Prieto, Zarco, Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez, José María Lafragua, Degollado, Iglesias, Lerdo de Tejada, gigantes virtuosos, capaces, honorables y valientes.

Es cierto, algunos al Presidente AMLO se le han quedado en el camino y otros ya no tienen la energía que exige el servicio público. José María Pérez Gay y Enrique González Pedrero entre ellos, por supuesto.

Pero hay demasiado país para despejar la selva, puede identificar a sus nuevas piezas maestras y allegados en lealtad no sólo de su proyecto, sino en capacidad para superar la incompetencia y el pasmo en el gabinete, y recuperar la confianza en el destino de la nación.

Nos acechan desde el exterior, se nos ningunea, se humilla nuestra soberanía, nos juzgan, nos menosprecian, es claro que se nos demerita por los dueños del dinero y la hegemonía militar mundial.

El gobierno de EU no cederá un ápice ante una posible contrarreforma energética que ponga en riesgo el legado de la reforma energética peñanietista. Con Trump reelecto o Biden en la Presidencia.

Si se equivoca en el manejo de la agenda energética de la 4T, buscarán convertirle en el primer Salvador Allende del siglo XXI. Persiste una voluntad intervencionista del vecino país en la política y la seguridad mexicanas, por lo que la Presidencia mexicana puede pender del designio estadounidense, con golpes fulminantes sin aviso como el que puso a cimbrar a la élite castrense mexicana.

Hemos dado pie, ha fallado el Estado al debilitar sus instituciones y hay que reformular las políticas públicas en seguridad.

Por ello es clave que el gobierno de AMLO refuerce su gabinete interno, construya pilares en inteligencia nacional, tenga un gabinete que le ayude a caminar hacia un verdadero Estado de Derecho y, por su conciencia histórico, dé pasos firmes en el ejercicio soberano del poder: B. Juárez y L. Cárdenas deben ser ahora sí, maestros y guías.

En la ejecución de la gobernabilidad se improvisa, las instrucciones no se acatan, no se respeta la investidura.

En materia económica comenzó por empoderarse a un exsecretario de Hacienda colega académico, quien nunca trabajó en la gestión de las finanzas del país, no compartía los principios ideológicos de cambio social, no supo integrarse a un equipo.

En Defensa existe un error de comprensión del acatamiento de órdenes versus realizar tareas que les competen; no es indisciplina expresar que se carecen de facultades y que debe respetarse el marco jurídico.

La administración pública en la era moderna siempre ha sido el brazo ejecutor de la voluntad política del Presidente: debe respetarse, debe obedecerse el mandato legal; no se deben señalar instrucciones fuera del marco legal; en ese caso, si se pretende otra cosa habrá que reformar previo análisis y estudio de lo que se cuenta y a lo que se aspira.

La cancillería hace su trabajo, pero le asignan responsabilidades fuera del orden administraivo. La posición de Ebrard será cada vez más compleja mientras EU busque preservar sus intereses y se confirme como un riesgo mayor por las debilidades políticas del gobierno de AMLO.

Es hora del golpe de timón. Es hora del cambio y ajuste del gabinete presidencial.

La crisis mundial de salud y económica nos obliga a estar preparados con el equipo más sólido y consistente para sobrevivir este periodo tan adverso.

Como dice el filósofo Emile M. Cioran, “todo es susceptible de empeorar”. Sólo debe regresar a ver el Presidente el escándalo mundial sobre la militarización con la detención del Gral. Cienfuegos, y al interior, el proceso electoral de Coahuila e Hidalgo.

La detención del Gral Cienfuegos como enviada por un rayo superior al poder presidencial mexicano, desmoraliza a las tropas mexicanas y pone en tela de juicio cuál es el estado de fusión entre narco y élites militares y machaca el cuestionamiento sobre la militarización en seguridad pública, como esfera vulnerable de la política en seguridad y compás de deslegitimación e intromisión por el gobierno de USA.

De paso, el presidente Trump da un golpe al candidato presidencial Biden, desvelando que así que bajo el gobierno de Obama/Biden pudo haberse tolerado ese nudo de intereses narcomilitares bajo el régimen de Peña Nieto.

El reto en materia de salud es inmenso, requiere mayor empatía y responsabilidad con el tamaño de la crisis: debe decidir el Presidente si quiere mantener a un propagandista político como Gatell (cuya desmesura le ha llevado a asumirse como una celebridad mientras ha sido todo menos ejemplar con el uso del cubrebocas), o si cambiarlo del gabinete para que se logre una comunicación más asertiva y eficaz en evitar contagios, una estadística pandémica más verosímil acompañada de una obra de planificación descentralizada en corresponsabilidades, que transformen en esfuerzo preventivo las capacidades de salud pública del país, tanto para preservar vidas y la economía vital de las comunidades, los gobiernos locales, las familias y la preservación de fuentes de empleos y negocios.

Así como lo anterior es necesario, es claro que México acumula miles de muertes injustas derivada de las ambiciones inmanejables de China.

En materia política el Presidente necesita gobernar con su partido, así sucede en todo el mundo, no se debe intentar otra acción. Su partido no lo es, debe serlo, contar con presencia territorial, cuadros capacitados para cumplir el objetivo de cualquier instituto político partidista: conquistar y retener el poder.

Para AMLO, el balance de su propio liderazgo, de su Presidencia, de sus resultados, es más necesario que nunca.

Idealmente tiene del 30 de octubre próximo en el que afortunadamente le renunciarán más integrantes de su gabinete, pasando por la elección presidencial de EU que puede definirse del 3 de noviembre al 20 de enero próximo, y volviendo al calendario interno, hasta los dos primeros meses de 2021.

México y su Presidencia necesitan saber ejercer su capital político/gubernamental y defender sus intereses geoestratégicos frente a EU: sin ambas prudencias, no se pueden evitar seguir pagando consecuencias indeseables para nuestra sociedad.

Google News

TEMAS RELACIONADOS