Ha comenzado la segunda parte del sexenio con un movimiento de ajedrez político desde la cima del poder presidencial.

El próximo miércoles primero de septiembre inician los trabajos legislativos de la LXV Legislatura del Congreso de la Unión.

La Casa de las leyes, la Cámara de los Diputados se ha renovado debido al reciente proceso electoral del 6 de junio pasado.

Por esa cámara habrán de transitar los cambios legales e institucionales que el Ejecutivo federal impulsa para la consolidación de la Cuarta transformación.

Será el espacio privilegiado para el debate cívico y político de la nación, la caja de resonancia de los problemas nacionales, donde se reverberan las ambiciones de la micropolítica, pero también el foro democrático del país.

Ahí, en esa tribuna habrá de discutirse y aprobarse el presupuesto de egresos el cual dispone sobre los recursos presupuestales a nivel ramo, capítulo y partidas que serán ministrados a los tres órdenes de gobierno y a las entidades federativas y organismos descentralizados, empresas productivas del estado y órganos constitucionalmente autónomos.

Las universidades públicas, las embajadas y consulados, la Guardia Nacional y el Centro Nacional de Inteligencia recibirán los recursos suficientes o no, que determinen soberanamente tanto las señoras diputadas como los señores diputados.

Aprobarán, también, la Ley de Ingresos en dónde se establecen los montos inmensos de recursos que serán obtenidos según el diseño de la política de ingresos.

Impuestos, derechos, aportaciones de seguridad social, productos y aprovechamientos sumarán hacia la gran bolsa de recursos a ejercer por todo el andamiaje gubernamental, tarea compleja aprobada por los legisladores federales.

Los legisladores en su andar sostendrán debates, investigarán impactos y consecuencias de sus decisiones con plena libertad, pero siempre acompañados por los expertos técnicos de la Secretaría de Hacienda hoy dirigida por el Doctor Ramírez de la O.

Desde ahora, respetables lectoras / es, preste atención a las opiniones de diputados como Santiago Creel, Romero Hicks, Nacho Mier, Leonel Godoy, Poncho Guajardo, Fernández Noroña, Sergio Gutiérrez Luna, Rubén Moreira, Mariana Gómez del Campo, Jorge Romero, Espinoza Cházaro, Marcela Guerra, Agustín Basave y muchos otros más que jugarán un rol axial en las deliberaciones parlamentarias de la nueva legislatura.

La naciente legislatura tiene hoy un nuevo interlocutor: Adán Augusto López Hernández, Secretario de Gobernación.

Un político experimentado, conciliador, lector asiduo de los clásicos de la política, novelas y poesía. Un hombre leal al C. Presidente, con convicciones arraigadas y mano firme.

El Secretario de Gobernación Adán Augusto es un abogado avezado, con posgrado en la Universidad París II de Francia, con una sólida cultura política.

Él habrá de conducir las relaciones políticas del poder ejecutivo con el legislativo, el judicial, así como titulares gobernadoras y gobernadores del país.

El presidente López Obrador pone en juego el sistema nervioso de la política nacional y gira la rueda de su gestión pública, del proyecto de la 4T y cimbra a su estilo el proceso sucesorio de 2024.

Con el arribo de sus nuevos Secretarios de Estado, en particular la Secretaría de Gobernación recobra el espacio genuino en la primera línea de defensa de la política interior de la Presidencia, ante un presidente más interesado en la política que en la economía.

Justo los cambios del nuevo gabinete apuntan a retomar esos pilares de la República en una partitura de jaque sexenal de decisiones presidenciales.

PAN se queda con 114 curules, PRI con 71 curules, PT 37 curules, Morena logra 198 curules, PRD 14 curules, PVEM 43 y MC 23, una correlación de fuerzas que define por partido las diputaciones por mayoría relativa y de representación proporcional alcanzadas para la nueva legislatura federal.

En esta lógica ajedrecista del Presidente AMLO, cambia su paradigma comunicacional, su praxis de ejercicio del poder desde el interior de su gobierno, busca definir las batalles decisivas y moldear la trascendencia transexenal de la 4T.

Y es el debate profundo que veremos: los poderes del Estado Rector frente a la militarización, en política social, en inversión privada energética.

En efecto, podrá ser intenso el debate del legislativo sobre el edificio constitucional, la reglamentación administrativa y reglamentaria que sustente la órbita del cada vez más amplio poder castrense respecto al civil en seguridad pública y seguridad nacional.

También el sí podrá encauzarse el cambio de régimen con el sello de la Comisión Federal de Electricidad, con nuevas reglas de juego en materia de soberanía energética, al pretenderse acotar sustancialmente el papel de las corporaciones e inversiones transnacionales y dar preeminencia a la Rectoría de los poderes públicos en la materia.

Y a su vez, una coordenada delicada en las metas de cambio de la 4T: la oposición va a intentar frenar el monto de los abundantes recursos hacia la política social por sus resultados electorales.

Por ello el Presidente Andrés Manuel buscará lograr consensos base en el Congreso para que no se le desvíe de su intencionalidad con los segmentos sociales más pobres, y tanto la Presidencia como la oposición, habrán de moldear para su capital político propio, nuevas certezas y oportunidades para familias de clases medias.

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