En México algunos analistas vinculados con la derecha consideran que Trump está aniquilado.
Creen que el triunfo de Biden traerá apoyos inmediatos y directos a su causa antinacionalista, tal y como se han conducido a lo largo de nuestra historia patria.
El escenario post electoral no parece guardar sorpresas en el recuento de votos y en el sistema de acreditación estatal del triunfo de Biden en los estados competitivos clave para la elección 2020: Georgia, Pennsylvania, Michigan.
Son semanas claves de aquí a la asunción oficial del próximo Presidente en enero 2021, y los resortes estratégicos del sistema político, militar y geopolítico estadounidense siguen estando en manos del Presidente Trump.
Si no hay un acontecimiento, una estratagema de mayor alcance rupturista que de un viraje a la realidad en el Colegio Electoral y desde la Suprema Corte de Justicia de la Nación, estamos ante hechos consumados.
Trump va a continuar ejerciendo espacios de poder e influencia en New York, al interior del Partido Republicano y en el mundo entero.
Es un hombre próspero, incluso algunos de sus negocios están vinculados con la industria farmacéutica trasnacional, además de sus importantes inversiones en el sector inmobiliario.
Lo que opine Trump después de salir de la Casa Blanca seguirá siendo relevante para el análisis geopolítico. En el interior de la Unión Americana conserva miles de seguidores, activistas férreamente convencidos de la verdad ideológica y doctrinaria de Trump.
Observe usted la cantidad de votos obtenidos por Trump en la pasada contienda en donde elevó el resultado comparado con la elección de hace cuatro años. Concretamente fortaleció la presencia del Partido Republicano.
Hacia el exterior la relación con Vladimir Putin trascendió el ámbito institucional para tornarse un vínculo personal y directo. Putin lo tiene como un importante y estratégico aliado. Lo mismo sucede con Xi Jinping de China y el líder coreano.
El precedente para propiciar una vinculación estrecha entre Biden y Xi Jinping es delicado. en tanto el demócrata le llamó “matón” al Presidente Chino en plena campaña presidencial. El propio Henry Kissinger, ex asesor de seguridad nacional y enlace clave entre el mandatario chino y Trump, hace 7 días expresó en sesión inaugural en el Foro de la Nueva Economía de Bloomberg:
“Biden debería actuar rápidamente para restablecer las líneas de comunicación con China que se deterioraron durante los años de Trump o arriesgarse a una crisis que podría convertirse en un conflicto militar. A menos que haya alguna base para alguna acción cooperativa, el mundo se desplazará hacia una catástrofe comparable a la Primera Guerra Mundial, dado que las tecnologías militares disponibles en la actualidad harían que tal crisis sea aún más difícil de controlar que en las de épocas anteriores”.
La presencia republicana en el Senado americano y en la Cámara de Representantes es un factor necesario de gobernabilidad y ahí la influencia de Trump se hará sentir en temas sobre derechos humanos, cambio climático y agenda multilateral, en la que los demócratas suelen tener posiciones de avanzada y un espectro de alianzas más amplias.
La capacidad de control, respuesta doméstica y liderazgo internacional a la pandemia misma implica una agenda de confrontación geopolítica por el liderazgo global entre Pekín, Rusia y Washington.
Lo mismo va a suceder en los medios masivos ¿qué medio estadounidense va a despreciar una entrevista con Trump?
Así también sucederá con las redes, no imaginamos a Trump resistiendo la tentación de enviar algunos twitts fijando posición sobre diversos tópicos del acontecer americano.
Xi Jinping y Putin saben que EE.UU. tiene en Trump a un político cuya potencia y pragmatismo está más allá de toda perspectiva ortodoxa sobre el manejo de los conflictos y cuya capacidad de movilizar electores, élites y recursos ha sido probada con creces en tanto suponen los tres líderes una disputa por la imposición de proyectos globales, en el caso de EE.UU bajo una égida de imperialismos misionero.
Así que tendremos Trump para rato.