Del jueves al domingo pasado fueron convocados a votar 27 países de la Unión Europea, para renovar el Parlamento Europeo. Aproximadamente la mitad del padrón electoral participó y el resultado central es que el Parlamento Europeo se desplaza ligeramente a posiciones de derecha, pero sin quemar sus naves.

Los resultados refrendan posturas de los conservadores en Europa sin que se asuman políticas radicales de extrema derecha: una mayor restricción a las migraciones en Europa, un menor apoyo a la guerra en Ucrania y un refrendo de la identidad de la Unión Europea, y por supuesto con la OTAN y un debilitamiento de la agenda proecologista.

Revisemos la reacción del presidente francés Emmanuel Macron: disuelve la Asamblea Nacional y convoca a elecciones generales.

Dado que la derecha francesa dio una paliza al partido del presidente francés, dos a uno prácticamente, decide convocar a elecciones generales para intentar recobrar su legitimidad, buscando una participación del electorado francés más elevada en una elección general frente a la consumada en el Parlamento Europeo.

En el caso del canciller alemán Olaf Scholz, su partido también se muestra débil ante los resultados al quedar como tercera fuerza en el Parlamento Europeo.

Se trata de un voto de castigo del electorado europeo a las autoridades del Parlamento Europeo, pero sin prescindir de sus instituciones.

Las injusticias que refieren trabajadores agrícolas, las transferencias de dinero y armas a Ucrania y la problemática asociada a la migración, se trazan así como el contenido crítico de la agenda futura.

Se trata de un desacuerdo pleno del electorado europeo expresado en un costo político muy fuerte, particularmente para Francia y Alemania, presionando por una clara necesidad de que Europa se replantee su vinculación con Estados Unidos.

Los soberanistas y nacionalistas europeos no están de acuerdo, y en ese sentido el electorado europeo está en sintonía con ello, en que la Unión Europea siga subordinada de manera tan escandalosa a los designios, posiciones e intereses de Estados Unidos de América, por lo que los demás liderazgos de las naciones europeas tendrán que poner sus barbas a remojar. Al mismo tiempo, el 51% de participación en la elección por el Parlamento Europeo habla de un electorado muy maduro, comprometido con la arquitectura política de la Unión Europea, pero a su vez que da una llamada de atención a los países sobre todo Alemania y Francia —en su calidad de aliados indiscutibles estadounidenses—, intentando que asuman posiciones más independientes.

Europa conserva así su centro de gravedad político, evitando en lo posible sus escenarios de desestabilización y su caída en el vértigo de dominación de la extrema derecha.

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