La mente y decisiones políticas del Presidente Joe Biden solían mostrarse con claridad, planeación, entereza y resolución.
Sin embargo, no es posible saber con certeza los cambios en la bŕujula de sus decisiones al mostrarse víctima y presa felíz de empujarse así mismo a su propio abismo.
Hemos notado contradicciones en su decir y actuar -propias de todo político profesional que aquilata lo que impone sus circunstancias-, pero en éste caso con consecuencias mayores para su Presidencia y sus posibilidades de reelección.
Y es así porque empañan la forma en que expone su visión, imagen y su capacidad de respuesta a las crisis que atraviesa Estados Unidos de América.
Destaquemos tres de ellas:
I. El apoyo incondicional a Israel post terrorismo de Hamas debilita cada vez más su Presidencia.
Al mostrar un amplio respaldo a las atrocidades que está cometiendo el gobierno de Netanyahu, lo distancian de otras
fuerzas y liderazgos políticos de Israel y a la vez del lobby judío en Estados Unidos.
Pierde terreno así con liderazgos de izquierda que no compaginan del todo con la agenda y decisiones de ultraderecha de Netanyahu.
El acontecimiento terrorista de Hamas del 7 de octubre pasado contra objetivos israelíes, embarcó al gobierno de Netanyahu en una aventura genocida.
Dichas atrocidades cada vez están a su vez siendo mal vistas por amplios segmentos sociales, el lobby judío y electores estadounidenses que votan pro demócrata.
Al asumir el presidente Biden que Israel no tiene líneas rojas y represivas, le aleja de éste universo de sus propios electores potenciales y claves para su reelección.
II. El liderazgo presidencial estadounidense pertubado por China.
Se ha exhibido así mismo el Presidente Biden como líder ambiguo de una potencia mundial al lastimar sus canales personales y de comunicación clave con el liderazgo político de China.
Al referirse al premier chino Xi Jinping como “dictador”, rompe con la firmeza y flexibilidad que exigen los códigos de una postura pragmática como Presidente y a nivel de la prospectiva de la agenda estadounidense a escala internacional.
Al querer acercarse por esa vía a potenciales electores centristas y electores potenciales de Trump prestos a una lectura maniquea de la realidad y que asumen al comunismo chino como un régimen dictatorial y no una forma de gobierno diferente con otros mecanismos de representación
popular, Biden se exhibe políticamente débil en la arena internacional y cisma los esfuerzos diplomáticos de su propio gabinete presidencial.
III. La guerra ruso-ucraniana ha entrado en una pendiente de declive.
El apoyo irrestricto que la mayoría de sus aliados europeos habían dado a Estados Unidos de América a la guerra ruso ucraniana empieza a tambalearse.
Ven con preocupación cómo la Presidencia de Biden empieza a priorizar su reelección, el retiro gradual del apoyo estadounidense a esa guerra y el cambio de sus objetivos en los conflictos internacionales.
Con el declive del peso de Ucrania en las prioridades estadounidenses de Biden por razones electorales internas, los aliados europeos se ven ante el escenario de sus propias divisiones por desacordes de objetivos y prioridades.
La herencia bideniana les conlleva a tener que lidiar con el mantenimiento del costo financiero de la guerra o bien, de los procesos complejos de pacificación y crisis humanitaria inherentes a los conflictos internacionales crecientes.
La suma de éstas contradicciones subraya soledad, debilidad política progresiva y ausencia de mesura en la Presidencia de Biden, y muestra una pésima partitura para sus posibilidades de reelección.
Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la UNAM. Publicó en 2017 Decisiones estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012).
Juan Carlos Barrón es Licenciado en Administración, Maestro en Estudios para el Desarrollo por la Universidad de East Anglia (Norwich, Inglaterra) y Doctor en Filosofía del Desarrollo Internacional. Actualmente es Secretario Académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM.
