Si las elecciones presidenciales en Estados Unidos fueran mañana y las encuestas certeras, Trump tendría una contundente victoria sobre Biden.

Una encuesta publicada la semana pasada por CNN muestra que 49% de los estadounidenses indica que votará por Trump y que solo 43% lo haría por Biden.

Lo interesante es que Biden está perdiendo votos entre los grupos que lo llevaron a la victoria en 2020.

En consonancia con ello, un estudio de la Universidad de Cornell mostró que Biden pasó del 87% al 63% de las preferencias de los votantes afroamericanos en 2020.

Para su victoria en 2020 Biden obtuvo dos votos de electores de origen hispano por cada voto que obtuvo Trump en dicha comunidad. Hoy ese margen se ha reducido considerablemente.

El problema principal es que Biden no está logrando que los estadounidenses le reconozcan el mérito por logros importantes realizados en su administración.

Un ejemplo claro es la fuerte inversión en nuevas plantas para la producción de chips que Biden logró para Arizona.

Biden dio prioridad a eliminar la dependencia de Estados Unidos respecto a los chips que se producen en Taiwán y en Corea del Sur.

Esta dependencia se hizo evidente en el contexto de la Pandemia COVID-19, al presentarse una fuerte escasez de chips para completar la producción de dispositivos tecnológicos.

Biden logró la aprobación de un presupuesto de más de 52 mil millones de dólares para desarrollar la producción de chips en territorio estadounidense.

Sin dichos recursos empresas como Intel o TSMC no podrían enfrentar por sí solas el enorme costo de construir plantas para producir dispositivos tan sofisticados.

A pesar del intenso trabajo de Biden para iniciar la construcción de dos de las instalaciones más avanzadas para producir alta tecnología, en Arizona solo el 25% de la población le atribuye algún mérito.

En un artículo reciente de la revista TIME el congresista Bennie Thompson comentó que si los votantes no están dando al presidente el crédito que merece por sus logros, es porque los comunica con un lenguaje “demasiado académico”.

Esto contrasta fuertemente con el estilo de comunicación de Trump que usa un lenguaje sencillo y fácil de entender para la mayoría de los estadounidenses, con un estilo confrontacional de pánico y drama.

Podría parecer que el lenguaje sencillo y breve es un asunto menor, porque el presidente de los Estados Unidos necesita hablar de temas complejos con el lenguaje adecuado para ello.

Sin embargo, traducir elementos complejos a palabras sencillas y creíbles, es una de las herramientas de persuasión más valiosas para cualquier político profesional y gobernante de la era hipermoderna.

La razón es que el cerebro atribuye más credibilidad a la información presentada en formatos sencillos y fáciles de procesar.

En cambio, tiende a cuestionar la validez de la información que resulta difícil de procesar.

Además, los oradores que usan un lenguaje difícil de entender tienden a despertar emociones negativas hacia ellos. Esto se debe a que la audiencia percibe que está siendo “excluida” a través de términos que no entiende y que conllevan un sesgo de prepotencia intelectual.

En efecto, el uso de un lenguaje complejo tiende hacer que las audiencias vean al orador como menos inteligente [“Consequences of Erudite Vernacular Utilized Irrespective of Necessity, Applied Cognitive Psychology, 20(2), 139-156, 2006”].

Pareciera que a pesar de ser el único que lo ha derrotado, Biden no conoce a fondo cómo contrarrestar la eficacia del shock del lenguaje de Trump.

Para mantenerse en la Casa Blanca e impedir el regreso de Trump, Biden deberá reinventarse en técnica retórica:  traducir su lenguaje “demasiado académico” a términos fáciles de entender por cualquier persona.

El dominio del espectáculo político también atraviesa por la eficacia del lenguaje y el contagio de las emociones políticas.

Desde luego, no le bastará con eso al Presidente Biden, pero daría un buen paso en el camino a su reelección.

Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Publicó en 2017 Decisiones estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012). Es especialista en temas de sistema político electoral y seguridad pública.

José Antonio Dorantes es consultor en comunicación, relaciones públicas y manejo de crisis, con especialidad en el desarrollo de mensajes para activar cambios de percepción en el ámbito político, el cuidado de la salud y las finanzas personales. Tiene una certificación en Digital Marketing por la Columbia Business School y una certificación en Leading Change in Organizations por el Massachusetts Institute of Technology.

Changes that Biden needs to win

If the U.S. presidential election were tomorrow and the polls were accurate, Trump would have a resounding chance of victory over Biden.

A poll released last week by CNN shows that 49% of Americans indicate they would vote for Trump and only 43% would vote for Biden.

What is interesting is that Biden is losing votes among the groups that carried him to victory in 2020.

In line with this, a Cornell University study showed that Biden went from 87% of African American voter preferences in 2020 to 63% in 2024.

For his 2020 victory Biden got two votes from Hispanic voters for every vote Trump got in that community. Today that margin has shrunk considerably.

The main problem is that Biden is failing to get Americans to give him credit for important accomplishments made in his administration.

A clear example is the heavy investment in new chip production plants that Biden secured for Arizona.

Biden made it a priority to eliminate U.S. dependence on chips produced in Taiwan and South Korea.

This dependence became evident in the context of the COVID-19 emergency when there was a severe shortage of chips to complete the production of technological devices.

Biden obtained the approval of a budget of more than 52 billion dollars to develop chip production in the United States.

Without such resources, companies such as Intel or TSMC, would not be able to face alone the enormous cost of building plants to produce such sophisticated devices.

Despite Biden's intense work to initiate the construction of two of the most advanced facilities to produce high technology, in Arizona only 25% of the population gives him some credit.

In a recent TIME magazine article congressman Bennie Thompson pointed out that if voters are not giving the president the credit he deserves for his accomplishments, it is because he communicates them in language that is "too academic."

This is in stark contrast to Trump's communication style which uses simple, easy-to-understand language for most, with a confrontational, breakaway, panic and dramatic style.

It might seem that simple and brief language is a minor issue, because the President of the United States needs to talk about complex issues with the right language for it.

However, translating complex elements into simple, believable words is one of the most valuable tools of persuasion for any professional politician in the hypermodern era.

The reason is that the brain attributes more credibility to information presented in simple, easy-to-process formats.

In contrast, it tends to question the validity of information that is difficult to process.

In addition, speakers who use language that is difficult to understand tend to arouse negative emotions towards them. This is because the audience perceives that they are being "excluded" through terms that they do not understand and that carry a bias of intellectual arrogance.

Indeed, the use of complex language tends to make audiences see the speaker as less intelligent [“Consequences of Erudite Vernacular Utilized Irrespective of Necessity, Applied Cognitive Psychology, 20 (2), 139-156, 2006”].

It seems that despite being the only one who defeated him, Biden does not have a thorough understanding of how to counter the shock effectiveness of Trump's language.

To stay in the White House and prevent Trump's comeback, Biden will have to reinvent himself in rhetorical technique: translating his "overly academic" language into terms easily understood by anyone.

The mastery of political showmanship also goes through the effectiveness of language and the contagion of political emotions.

Of course, that will not be enough for President Biden, but it's a first step on the right path to his reelection.

Pedro Isnardo De la Cruz received his Ph.D in Political and Social Sciences at UNAM. He published in 2017 “Presidential Strategic Decisions in the USA: Taking Advantage of the Occasion in National Security and Terrorism Crises. George W. Bush and Barack Obama (2001-2012)” (Only spanish edition). He is a specialist in electoral political systems and public security issues.

José Antonio Dorantes is a consultant in communication, public relations and crisis management, specializing in the development of messages to activate changes in perception in the political arena, health care and personal finance. He holds a certification in Digital Marketing from Columbia Business School and a certification in Leading Change in Organizations from the Massachusetts Institute of Technology.

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