“¿Quién diablos es Harris?” es la pregunta que hizo el expresidente Trump a sus seguidores en su reciente discurso en Pennsylvania.
Con ello buscaba mostrar que a pesar de la enorme ola mediática que ha generado desde el inicio la campaña de Kamala Harris, él no se siente abrumado, sino que percibe que ahora ganar la Presidencia será más fácil.
Apunta supuestamente a las debilidades que percibe en Harris.
El primer ataque de Trump fue a una de las primeras promesas de campaña de K. Harris: “Cuando sea Presidente será mi prioridad desde el primer día bajar los precios”.
Con precisión y contundencia Trump enfatizó que el día 1 de Kamala fue “hace tres años y medio” cuando inició su cargo como vicepresidente.
Pero no se quedó ahí, utilizó un arma más potente y al mismo tiempo más discreta, para golpear a su rival demócrata, al formular a la audiencia un par de preguntas:
“¿Alguno de ustedes ha sentido que el dinero le alcanza más durante la administración de Biden y Harris? (...)
¿Hay algo que sea más barato desde que Biden y Harris tomaron el cargo?”
Las preguntas son una herramienta de persuasión muy efectiva.
En primer lugar, activan un fenómeno que se conoce como “elaboración instintiva”.
Ante una pregunta el cerebro no puede evitar concentrar sus recursos en contestarlas.
Al menos por unos instantes la atención del cerebro queda atrapada en responder a la pregunta que le plantearon.
Desde luego, cuando las preguntas están formuladas para dirigir la atención a los puntos que causan malestar a la audiencia, se genera una activación emocional que refuerza su eficacia.
Pero su principal cualidad es que cambian el papel del oyente de receptor pasivo de información, a generador de respuestas.
Esto es importante porque las personas se sienten más persuadidas por los argumentos que ellas mismas generan, que por las ideas que reciben desde afuera.
Entonces las preguntas formuladas estratégicamente pretenden ser una poderosa herramienta de Donald Trump para lograr que la audiencia genere respuestas que coincidan con sus objetivos.
Además, el ataque mediante preguntas se dio dirigió justo a uno de los puntos que causa más malestar a los votantes estadounidenses: la inflación.
Por ello no se trata solo de un ataque para complacer a sus seguidores, sino que es un tema con el que puede atraer a sectores que no han definido todavía por quién votarán, y que resienten el sueldo que no termina de llegar cada quien día o del mes, y que están conscientes de que la economía estadounidense presenta signos de depresión.
Trump entiende bien que el cerebro procesa mejor la información sobre el presente, que la del futuro, buscando que se centre la atención en la experiencia presente de los votantes que ven cómo su dinero les rinde cada vez menos y la inflación no para de elevarse.
Por extraño que parezca Trump puede hacer más daño a Harris mediante preguntas bien diseñadas, una jugada de ajedrez político que le puede llevar a un jaque a la candidata demócrata, en un terreno diferente al que él domina y que no es claro si le traerá mejor provecho político: los ataques frontales/directos.
Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Publicó en 2017 Decisiones estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012). Es especialista en temas de sistema político electoral y seguridad pública.
José Antonio Dorantes es consultor en comunicación, relaciones públicas y manejo de crisis, con especialidad en el desarrollo de mensajes para activar cambios de percepción en el ámbito político, el cuidado de la salud y las finanzas personales. Tiene una certificación en Digital Marketing por la Columbia Business School y una certificación en Leading Change in Organizations por el Massachusetts Institute of Technology.