La pregunta de si la tecnología nos hará felices ha rondado nuestra mente desde hace mucho tiempo. La tecnología refleja el uso de artefactos y herramientas para resolver problemas o facilitar la vida. En este sentido, el arado que utiliza un campesino para cultivar puede ser considerada con un tipo de tecnología, así como también -considerando las distancias en tiempo y espacio- la coa (el palo afilado que utilizaban los aztecas para hacer agujeros en el suelo de las chinampas para sembrar), también es un tipo de tecnología.

Más recientemente, la penetración de Internet y el uso extendido de teléfonos celulares inteligentes permiten el uso de aplicaciones de cómputo que nos ayudan a resolver problemas y hacer la vida diaria más fácil. La tecnología ahora serían los dispositivos y programas que traemos siempre con nosotros, pero ¿la tecnología puede hacernos más felices? ¿puede la tecnología contribuir a generar mayores niveles de bienestar?

La respuesta depende de cómo definimos eso a lo que llamamos bienestar. El tema del bienestar empezó a ser analizado a partir de algunas corrientes de pensamiento que plantean que el fin último de los sistemas económicos no debería ser el crecimiento económico, sino que debería haber un enfoque a generar mayores niveles de bienestar social. Algunos incluso plantean la idea de reemplazar la medición de Producto Interno Bruto, pero una medición del bienestar social. El debate sigue, pero es indudable que, en la vida diaria, la tecnología es un factor que influye en el bienestar personal.

Algunos definen al bienestar como esas emociones que se detonan a partir de una experiencia. Las emociones pueden ser positivas (en cuyo caso podríamos decir que tenemos un bienestar más alto) o negativas (que asociamos con un cierto malestar) Por ejemplo, encontrar fotos ‘bonitas’ en Instagram puede detonar emociones de tranquilidad, felicidad o alegría. Por el contrario, encontrar fotos o videos de perros abandonados o que informan del fallecimiento de una persona puede generar malestar en los consumidores. A esta mezcla de estas emociones positivas y negativas le llaman bienestar hedónico.

Algunos otros definen el bienestar como una virtud, es decir, como un término absoluto que se tiene o que no se tiene y que se refiere a desarrollar un grado de plenitud a partir de las vivencias y las experiencias. Esta idea implica alcanzar la trascendencia, desarrollar agradecimiento ante la vida y estar en un estado de realización. Aunque lograr este bienestar al que le llaman eudaimónico (del griego felicidad), parece ser más intrincado, la tecnología también podría ayudarnos a lograrlo. Por ejemplo, si seguimos un plan de ejercicio y alimentación con ayuda de alguna aplicación que instalamos en el teléfono celular, después de algunos meses, cuando veamos resultados, podemos llegar a sentirnos plenos y realizados por haber logrado un mayor nivel de salud. Es posible que las personas no experimenten este tipo de bienestar de manera cotidiana pero ineludiblemente deja una huella más profunda que el bienestar hedónico que parece ser más superficial y pasajero.

Una definición de bienestar más plantea que podemos desarrollar un bienestar ‘de flujo’ cuando nos involucramos en actividades placenteras en la que nos involucramos a tal nivel, que perdemos la noción del tiempo, estamos absortos en esa actividad sumamente disfrutable y nos sentimos en pleno control de la experiencia. Los videojuegos, incluso los más básicos, tienen elementos que nos llevan a experimentar este tipo de bienestar. Por eso, no es de sorprender que mucha gente pase mucho más tiempo del que incluso ellos quisieran, jugando en el celular o en consolas.

A nivel de negocio, más allá de preguntarnos si los productos y servicios que diseñamos y lanzamos al mercado satisfacen las necesidades o resuelven funcionalmente los problemas, es necesario considerar cómo las propuestas de valor pueden estar influyendo en el bienestar. Entender si los consumidores desarrollan bienestar hedónico, eudaimónico o de flujo, es necesario para contribuir en la generación de un mejor bienestar social. No es dejar de lado la parte funcional y simbólica de los productos sino ampliar el alcance de la tecnología para que contribuya al bienestar.

Profesor de la Facultad de Economía y Negocios. Universidad Anáhuac México
Email: pavel.reyes@anahuac.mx

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