Al final del año, en medio de la emergencia de salud y la consecuente recesión económica es necesario pensar en qué hemos aprendido de este año no sólo en lo personal, si no de forma global.

Quiero rescatar en esta oportunidad la forma en la que se han dado los esfuerzos para desarrollar vacunas para prevenir el Covid-19 porque considero que nos proporciona pistas sobre cómo podemos articular modelos globales de colaboración para atender los retos globales.

En marzo de este año, la Coalición para las Innovaciones en Preparación para las Epidemias (CEPI), una organización global que agrupa a gobiernos, ONGs y empresas privadas, estimó que el desarrollo de las vacunas contra el Covid-19 costaría 2 mil millones de dólares (sólo para comparar, el gobierno de Estados Unidos lanzó un rescate a las líneas aéreas por 25 mil millones de dólares).

En abril se lanzó la Aceleradora de Acceso a Herramientas de Covid-19 (ACT), que es un modelo de cooperación auspiciado por la Organización Mundial de la Salud que tiene como misión el desarrollo y distribución de diagnósticos, terapias y vacunas contra el Covid-19, además de la mejora de los sistemas de salud.

El objetivo final de ACT es acortar el tiempo de las crisis de salud y económica y restaurar las actividades económicas y sociales. Dentro de los objetivos de ACT está distribuir 500 millones de pruebas rápidas, 245 millones de tratamientos contra Covid-19 y 2 mil millones de vacunas para el inicio de 2021.

El objetivo de desarrollo y distribución de vacunas se soporta en el mecanismo COVAX cuyo objetivo es alinear a diferentes partes –gobiernos, científicos, empresas y ONGs– para proveer acceso equitativo a las vacunas. En particular, COVAX ha establecido acuerdos de demanda con compañías farmacéuticas para buscar vacunas factibles de ser desarrolladas manufacturadas y distribuidas y proveer a gobiernos con un portafolio de productos más amplio en un tiempo mucho más corto de lo que una sola empresa en lo individual puede proporcionar.

De esta manera COVAX asegura una producción rápida de las vacunas para ser adquiridas por los gobiernos al tiempo que garantiza a las empresas una demanda suficiente que amerite asignar presupuestos para el desarrollo de vacunas.

El desarrollo de vacunas se ha realizado en más del 70 por ciento por alianzas privadas en todos los continents en el que también han participado universidades, gobiernos y ONGs. Por ejemplo, la vacuna desarrollada por la farmacéutica Pfizer no hubiera sido posible de no haber colaborado con la startup biotecnológica alemana BioNTech, quienes son expertos en el ARN mensajero, la parte fundamental de la vacuna.

El tiempo de desarrollo de esta vacuna desde la idea inicial hasta la culminación de las pruebas de la etapa III fue de 210 días –algo sin precedente en la historia. Como comparación la vacuna contra el virus del Ébola tomó 5 años en ser desarrollada.

Un modelo que sintetiza estás interacciones entre los participantes involucrados en el desarrollo y distribución de la vacuna contra el Covid-19 es la innovación basada en la demanda. En este momento, los productos innovadores son adquiridos antes de ser plenamente probados en el mercado e incluso sin tener un volumen de demanda específica.

En el caso de las vacunas, los gobiernos han realizado acuerdos de compra de la vacuna, aún antes de probar la efectividad y esto provee a las empresas con fondos suficientes para las pruebas. Más allá de un simple problema de oferta-demanda, las acciones de todos los participantes son alineadas por los mecanismos de cooperación para atender un objetivo amplio, que en este caso es reducir el tiempo de duración de la pandemia.

Creo que una de las lecciones globales más importantes que debemos rescatar es la forma en que estos mecanismos de cooperación y coordinación internacional han sido puestos en marcha para movilizar los fondos, el conocimiento entre los actores necesarios para el desarrollo y distribución de una vacuna con tiempos reducidos nunca antes vistos.

Los tres pilares en los que se sintetiza el modelo son la velocidad de desarrollo, la escalabilidad en la manufactura y distribución y el acceso equitativo. Los modelos de innovación basados en la demanda implementados para el desarrollo y distribución de vacuna podrían ser utilizados para atender otros objetivos de gran alcance a nivel mundial ¿qué nos detiene como sociedad para tratar las enfermedades cardiacas o los accidentes cerebro-vasculares que cada año causan la muerte a más de 13 millones de personas o las 1.5 millones de muertes por enfermedades diarreicas? ¿Cómo utilizar el modelo velocidad-escala-acceso para acabar con la pobreza y el hambre en el mundo para el 2030, como plantean los Objetivos de Desarrollo Sustentable de ONU y en donde vamos rezagados? La pandemia de Covid-19 es aleccionadora y los próximos años necesitaremos aplicar lo aprendido para asegurar la salud y el bienestar de la humanidad. Feliz Navidad y buen año 2021.

Profesor de la Facultad de Economía y Negocios. Universidad Anáhuac México.
Correo electrónico: pavel.reyes@anahuac.mx

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