Cuando Sibylle Hayem entró a la bodega se quedó pasmada. Yacían, en un cuartucho húmedo con una ventana sin vidrios, por donde se colaba el agua en tiempo de lluvias, cientos de cintas magnéticas amontonadas en total desorden, unas regadas por suelo, lo que impedía el paso a la misma, y otras en anaqueles acumuladas como zapatos viejos en un closet. “¿Por qué huele tanto a vinagre?”, recuerdo que le pregunté. Me contestó que a las cintas magnéticas mal archivadas les ataca el síndrome del virus del vinagre, lo que significa que el material está en un inminente peligro de su total destrucción de no salvarlo de inmediato.
Comenzamos por hurgar las cajas con las cintas para enterarnos de lo que contenían y nos dimos cuenta de lo valioso que era el material dentro del caos de esa bodega.
“Mira Sibylle, encontré la grabación original de la música para la película Ánimas Trujano que escribió mi papá (Raúl Lavista); en ella trabajó Toshiro Mifume, es importante para mí porque con esa película se ganó el premio a la mejor música en el Festival de Cine de Cork, Irland, ca. de 1962-63”, le dije.
“Paulina, yo encontré las grabaciones de los playback con las grabaciones de Pedro Infante”, exclamó Sibylle.
El encuentro fue el punto de partida para proponer a las autoridades que apoyaran a Sibylle para rescatar lo encontrado en esa bodega húmeda. Por la sencilla razón de que en esa bodega estaba grabada parte de la historia de la música para nuestro cine, lo que a futuro serviría para la restauración de la música de las películas.
México adolecía de la negligencia, por ejemplo, de haber permitido que se perdieran las grabaciones de la música para cine desde los inicios del cine en México hasta 1956 aproximadamente, por la razón de que a partir de 1957 cambió el procedimiento de grabación de óptico a magnético, es decir, que de la llamada “Época de Oro” no quedó nada. Las grabaciones originales anteriores a 1957 casi en su totalidad fueron aventadas al traspatio de los Foros en los Estudios Churubusco, a la intemperie, y fueron usados como ceniceros.
Ningún crítico de cine en México ha estudiado la relación de los verdaderos compositores de la música escrita para el cine mexicano. En el mundo como, paradigma, hay directores de cine cuyo músico era imprescindible para ellos y siempre los preferían como un sello para el hilo conductor de sus historias.
En la fotografía que hoy publico aparecen tres verdaderos compositores de música para el cine que le dieron el sello, el estilo y la emoción al cine mexicano y que fueron favoritos.
El maestro Manuel Esperón, favorito de Ismael Rodríguez, característico compositor de la música de fondo y la mayoría de las canciones de la películas con Pedro Infante (más de 600 películas musicalizadas).
El maestro Raúl Lavista, músico característico y favorito de películas de Luis Buñuel, Roberto Gavaldón, Alejandro Galindo, Juan Bustillo Oro y Julio Bracho, entre muchos otros (más de 380 películas musicalizadas de 1934 a 1980).
Y el maestro Antonio Díaz Conde, músico característico y favorito de las películas de Emilio El Indio Fernández, entre otros (más de 260 películas musicalizadas).(Continuará...)
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