Salvador Elizondo, como ya conté a ustedes, fue invitado a dirigir el número 6 de la revista Artes visuales, que publicaba trimestralmente el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, en abril-junio de 1975, quien decidió explorar el tema específico de los textos, tanto legibles como visibles. En su largo ensayo a través de 45 páginas nos conduce con varios ejemplos representativos al respecto.
Mi colaboración como fotógrafa fue indispensable, pues todos los ejemplos de las diversas escrituras las tenía yo que fotografiar directamente de los libros que seleccionó el escritor de su biblioteca personal.
Mi trabajo fue arduo, pues además de la dificultad de fotografiar de muchos libros las imágenes seleccionadas, a veces muy pequeñas, había que revelar los negativos e imprimirlos en mi cuarto oscuro con la prerrogativa de una óptima calidad para su impresión. Recordemos que la era digital no existía, todo se hacía con métodos fotográficos.
Salvador Elizondo escribe:
“Texto legible y texto visible” (extracto)
“Hace un instante apenas, estaba yo ante una de esas hojas en blanco que su misma blancura nos veda profanar con profusión de pequeños signos negros por lo que esa, su blancura, nos es comprensible (…)
“(…) El texto es el punto en que los extremos de la escritura y de la lectura se encuentran, líneas paralelas de la apreciación que tienden a juntarse irremisiblemente; no puede haber lectura de lo que no ha sido escrito y nada sabemos acerca de lo que no hemos leído. Lo que no ha sido escrito no existe. Todo texto, de cualquier índole que sea, es el testimonio de una escritura apta para ser leída (…)
“Texto quiere decir, en sentido estricto, tejido. Eso es todo. Una trama continua que se entreteje a la variable urdimbre”... (Continuará)
Publico a continuación cuatro páginas de la propia revista de los ejemplos de textos visuales que acompañan el texto de Elizondo.