En 1937, mientras se gesta la segunda guerra mundial, el diplomático, el self-made man que a los 14 años se había lanzado a la aventura a Nueva York, empezando por trabajar de lavaplatos hasta conseguir un trabajo de office boy en un banco —donde se instruyó en cómo hacer negocios, autodidacta, que había aprendido varios idiomas por sí mismo—, don Salvador Elizondo Pani y su familia, asentados temporalmente en Berlín, se toman el tiempo, a pesar de la intensa vida que la diplomacia les impone, para pasear en automóvil por la Europa que vive un ambiente de preguerra.

Viajan en automóvil, manejado por mi suegro, por varias ciudades de Alemania y a países cercanos como Bélgica e Italia, etc. El niño del matrimonio, Salvador Elizondo Alcalde, futuro escritor, cumplía años en diciembre, por lo que durante los viajes fechados en el álbum fotográfico en la primavera de 1937, tenía cuatro años y medio de edad.

Lo interesante es que en los viajes, don Salvador Elizondo Pani, quien como ya conté a ustedes era aficionado a la fotografía “paisajista,” captura, con su cámara “Leica”, imágenes entrañables de edificios que serán destruidos y bombardeados unos cuantos años después, imágenes que hoy son de un gran valor histórico. Los álbumes fotográficos que forma mi suegro dan cuenta de fotos equilibradas, muy bien compuestas. No se dedica don Salvador a tomar fotos personales de la familia, solamente unas cuantas, le interesa sobre todo la arquitectura.

No es fácil escoger, entre muchas, qué fotografía tomada por don Salvador ilustra mejor lo que estoy narrando porque la mayoría son muy buenas.

En esta ocasión mi texto es más breve para poder dar cabida a más tomas fotográficas porque muchas veces una imagen dice más que mil palabras… (Continuará

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