Después de casi tres años de vivir en Berlín y haber viajado por muchas ciudades de la Europa en preguerra, capturando, como aficionado, un testimonio fotográfico extraordinario de su experiencia, don Salvador Elizondo Pani termina su función de diplomático en Alemania en octubre de 1938. Para su regreso a casa se embarca con su familia en el “Orinoco”, el célebre trasatlántico. Don Salvador registra fotográficamente todo en su travesía de regreso. El puerto de embarque es Hamburgo. En los álbumes de fotografías que meticulosamente arma mi suegro apunta las fechas y los lugares que visita: La vida social de los viajeros en primera clase en el Orinoco, Amberes, así como otros puertos, Las Azores, Cuba, etc.
Ahora que reviso los álbumes me asombro de la maravillosa crónica visual que hizo de una época en la historia del siglo XX en la que se avecinaba una catástrofe de dimensiones mundiales. Deberían algún día publicarse pues demuestran, para mí, la fuerza narrativa de la fotografía. Cabe mencionar que entonces la fotografía era una prueba contundente de la realidad. Desgraciadamente, hoy, que estamos inmersos en la tecnología digital, la fotografía puede manipular la realidad, mentir y deformar lo que antes era verídico. Basta mirar las películas de hoy plagadas de monstruos digitales y efectos especiales de toda índole, todas imágenes ficticias creadas por máquinas capaces de alterar la realidad.
Don Salvador registra también su regreso a México. Se instala la familia en un departamento del 430 de la avenida Insurgentes y curiosamente aparece su primera fotografía de CLASA, fechada en diciembre de 1938, por lo que deduzco que antes de regresar de su cargo en Alemania, don Salvador ya había planeado y llevado a cabo las negociaciones para la instalación oficial de los Estudios cinematográficos CLASA que vendrían a ser importantísimos para la llamada, ahora, “Época de Oro” del Cine Nacional… (Continuará)