Durante los varios artículos que he escrito sobre el desarrollo de la fotografía, desde su descubrimiento en 1826, he destacado los pasos que la llevaron, según mi propia reflexión sobre su historia, a un éxito rotundo para instalarse como el vehículo indudable de la verdad. La fotografía comprueba que el mundo es real y que es posible capturar y preservar imágenes de toda índole mediante el principio físico y mágico conocido como el fenómeno de la “camera oscura”, capaz de arrastrar con la luz que penetra por un pequeño orificio la realidad visible de afuera para introducirla dentro de la caja negra.

El principio básico lo da el fenómeno en sí, sin embargo, la realidad es que el ingenio del hombre para descubrir los procedimientos del cómo apresar físicamente las imágenes llevaron a su descubrimiento y perfeccionamiento que sucede en el siglo pasado; para mí, su época oro. Gracias a los ingenieros mecánicos, ópticos, químicos y demás se desarrollaron cámaras y equipos cada vez más sofisticados que pusieron a la mano de los fotógrafos. Personalmente admiro a muchos fotógrafos del siglo pasado y tendría yo mucho que escribir sobre ellos, pero me frena el problema de los derechos de autor que me impiden publicar sin autorización las fotografías de los fotógrafos que admiro profundamente. Sería absurdo hablar de ellos sin el ejemplo de su obra fotográfica, por lo que este es el último artículo que escribo sobre el tema.

En el siglo XX, la fotografía en blanco y negro, a partir de negativos y copias en papel con plata, si son procesadas correctamente, las imágenes fotográficas tendrán una larga permanencia en el tiempo, casi at infinitum. (Las fotografías en color tienen menos permanencia y el procedimiento para procesarlas es muy complicado).

Entrado el siglo XXI todo cambia. En esta era digital, la fotografía está presente más que nunca, se puede fotografiar todo, y también se puede mentir y dudar ahora de la realidad. Las modelos de las portadas, por ejemplo, tienen demasiado trabajo de Photoshop, capaz de borrar toda clase defectos y, por lo tanto, de mentir. Hoy en día todos llevan una cámara fotográfica en su celular, se toman al día millones de imágenes fotográficas diversas. La inteligencia artificial puede mentir y hasta inventar seres que no existen. Desapareció el álbum familiar, ahora todos llevan sus fotografías en su celular y en una pantalla de seis por seis centímetros nos muestran sus diminutas fotos.

Mis amigas me dicen: “Mira, este es mi nieto el día de su bautizo”, y me enseñan una foto mal tomada durante dos segundos que apenas puedo distinguir. Luego pasa el tiempo y tu amiga te dice: “Caray, me robaron o se me cayó al suelo mi celular y perdí todas las fotos de la boda de mi hija”.

Me temo que la avalancha de imágenes que se mandan a la nube o que se guardan en un celular y que raramente se imprimen en papel desaparecerá, porque nada me asegura que en 20 o 50 años los programas que hoy están en uso se puedan abrir. Creo que nos espera un siglo amenazado que podrá perder su memoria. ¿Será?

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