(Continuación)

Llegué puntual, cámara en mano, a la cita con Juan Rulfo al Instituto Nacional Indigenista. Entré a una oficina pequeña, donde estaba sentado frente a un escritorio lleno de papeles. Como todo un caballero, vestido con su habitual traje gris de gruesa lana, se levantó al verme. Yo realmente estaba muy emocionada. Era, dada mi juventud y la poca experiencia fotográfica ante personajes como Rulfo, un gran reto. Se llevó a cabo la sesión de fotos en los pasillos con ventanales del Instituto Indigenista, donde encontré la fuente de luz para poder iluminarlo.

Me dio tiempo de trabajar y pude así exponer su retrato. Tuve la suerte y el honor de que Rulfo asistiera a la inauguración de mi debut como fotógrafa en el Palacio de Bellas Artes el 25 de noviembre de 1970.

Lo visible de Rulfo me deslumbra.

Juan Rulfo, de lo invisible a lo visible III
Juan Rulfo, de lo invisible a lo visible III

Es la primera vez que abiertamente se muestran las fotografías del gran escritor, una novedad insólita. Cuando llega a mí el libro y miro las imágenes de Rulfo, me encantan y sorprenden; una entre todas me impresiona de sobre manera, es una larga barda de adobe que serpentea solitaria en un árido paisaje, una fotografía magistral, que solamente Rulfo podría haber hecho por derecho propio.

Descubrí entonces que no sólo había yo conocido al más grande escritor mexicano por excelencia, sino también a un gran fotógrafo que se había hecho visible ante mis ojos hasta deslumbrarme. Un fotógrafo cuya mirada sobre México me conmueve.

A partir del lanzamiento de Rulfo como fotógrafo, se han publicado, gracias a la Fundación Juan Rulfo, múltiples ediciones de libros con sus fotografías, lo que nos permite entender más la grandeza de Rulfo y conocer su mirada.

Deja imágenes entrañables. Paisajes de montañas y alturas prodigiosas, de pueblos casi desiertos donde se aposentan personajes como testigos de la desolación del hombre, muros de vestigios coloniales agujerados por los balazos de la Revolución que nos cuentan toda una historia, o el instante donde en un pueblo un niño bolero vestido de overol, con su cajón en mano, mira los zapatos de unas muchachas, o las mujeres mije que en un paisaje nebuloso labran la tierra, o la fotografía que toma de Xochimilco, donde en una sola imagen abarca todo el universo acuático y terrestre de las chinampas y las trajineras, que me fascina; y cientos de fotografías más, memorables todas porque van implícitas en ellas el espíritu y la esencia del universo de Juan Rulfo… (Continuará)

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