Niño ante la violencia, Ciudad de México, 2010.
Foto: Paulina Lavista
México en su forma recuerda la imagen del “cuerno de la abundancia” y lo es utópicamente. Un país riquísimo cuyos litorales se extienden a lo largo de todo el país tanto por el océano Pacífico como por el Atlántico, con el Golfo de México rico en petróleo y el de California, donde grandes especies marinas vienen de todos los mares a reproducirse, con terrenos en los estados del norte, donde crecen maderas preciosas; ubicado en el trópico de cáncer, con un clima ideal, con terrenos muy fértiles, con pueblos mágicos en variados climas, potencialmente un paraíso para el turismo, sin embargo hoy el país está tomado, casi en su totalidad, por la delincuencia organizada , que con potentes armas tiene asolados a los habitantes de muchos lugares de la provincia y de la ciudad también, aunque en menos medida, con extorsiones que los llevan a cerrar sus negocios y, lo peor, es el despojo de que son víctimas los propietarios de muchos ranchos y huertas productivos.
En un reportaje que vi anoche en el noticiero de Denise Maerker , una mujer de un pueblo de la Sierra Tarahumara nos cuenta: “Teníamos un rancho con muchas vacas, árboles frutales y buenas cosechas, pero llegó El chueco y trajo a la delincuencia organizada, nos amenazaron, luego mataron a mi suegro y a mi esposo, luego a mi hijo de 16 años y al final tuve que abandonar todo y hoy vivo en una casa de 60 metros, viuda, sola y me sostengo vendiendo empanadas en una canasta por la calle”.
El cuerno de la abundancia se desperdicia, para mí, principalmente por una gran deficiencia en la educación . Todo se ha desconchinflado porque los valores cambiaron; antes, el saber era la aspiración del hombre; hoy, el tener cosas y ejercer el poder es lo que quieren esos mal educados que en vez de cultivar los fértiles terrenos de nuestro país (hoy en crisis), se hacen millonarios plantando amapolas, importando químicos para las drogas sintéticas, cobrando derecho de piso, despojando a la gente de sus ranchos, huachicoleando los oleoductos, el gas, etc., cuando podrían organizarse no para delinquir sino par ser no tan ricos, pero productivos. En pocas palabras, creo que vivimos en el imperio de pistola y hoy los niños aprenden que la violencia es algo cotidiano, que en cualquier momento se manifiesta por la calle, las aulas, los parques o los centros de vacunación.
El maestro antes era respetado porque enseñaba con un plan de estudios muy bien estructurado desde que Vasconcelos conformó la SEP, creando un cuerpo de maestros normalistas bien educados con una verdadera vocación por la docencia que enseñaban gramática, civismo, matemáticas, geografía, historia y demás. Uno de los factores del fallo de la enseñanza ha sido, para mí, los nefastos líderes de los sindicatos, como Elba Esther Gordillo , que se hicieron ricos a costa de desvirtuar el verdadero sentido de la educación.
Los maestros que hoy enseñan a nuestros hijos son violentos (aunque no son todos), toman por meses enteros las vías del tren para frenar desarrollo del país, incendian alcaldías y las destruyen, se lían a golpes y son flojos. Hoy los niños aprenden del Internet, donde la imagen, página o video pasa frente a sus ojos solamente unos cuantos segundos sin dar tiempo a una digestión reflexionada de lo que están aprendiendo. El cuaderno y el libro parecen estar en peligro de extinción. Aprender a vivir con la violencia es la nueva educación a la que se enfrenta la niñez de hoy en México y en el mundo entero. (Continuará...)
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