Los usos del sofá de la pequeña salita, donde suceden las imágenes capturadas por mi cámara que hoy me dan el pie para poder contar a ustedes sus historias fueron diversos. Además de servir como principal mueble para recibir a las visitas, en la vida cotidiana comíamos en la salita debido a que el departamento constaba solamente con tres cuartos, cocina, un baño y un pequeño patio con un lavadero; también leíamos y platicábamos en él y, a veces, nos echábamos una siesta.
Sin embargo, tuvo un uso diferente al convertirse en el escenario de un trabajo fotográfico para el que me contrató Jimmy Fortson, director de la revista ÉL, que consistía en promover la lectura utilizando a una mujer desnuda leyendo, por lo que el sofá fue ideal. Durante seis o siete meses mensualmente Jimmy me mandaba una modelo para tal efecto.
Hacia 1972 Salvador Elizondo y yo llevábamos tres años como pareja. Para poder cubrir la subsistencia trabajábamos a la par como “freelancer’s” en varias publicaciones periódicas lo que nos daba la libertad y un poco de tiempo para poder trabajar con entusiasmo en la creación de sendas obras: literaria y fotográfica, amén de los proyectos en conjunto que desgraciadamente no realizamos y quedaron en sueños guajiros.
En esta época Salvador publica dos libros: El grafógrafo (Editorial Joaquín Mortiz,1972), y la primera traducción al español de El señor Teste, de Paul Valéry (Dirección de Publicaciones, UNAM, 1972) . Yo colaboraba en varias revistas y hacía retratos por encargo. Salvador, además de su trabajo editorial, empezó a dar clases de poesía mexicana en la Escuela para Extranjeros de la UNAM, entonces bajo la dirección de Raúl Ortiz, debido a que nunca pudo revalidar sus estudios en el extranjero por más esfuerzos que hizo. Con el tiempo Salvador se convirtió en profesor regular de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, para lo que tuvo que pasar por un riguroso examen a título de suficiencia que le permitió obtener el cargo. Sus alumnos fueron muchos, algunos de ellos se volvieron sus amigos y se convirtieron en sólidos escritores, como Javier García Galiano, Pablo Soler Frost, Marina Fé, Aline Petterson, entre muchos más.
Salvador tradujo Monsieur Teste para mí, así lo declaró, pues mi francés es muy deficiente. Este libro fue fudamental para mí. Monsieur Teste “es un libro que escribió Valéry cuando tenía veinticinco años de edad. El personaje utópico que inventa Valéry tiene varios preceptos, entre otros el de vivir “transiit classificando”, es decir, transitar clasificando las cosas, la vida. Naturalmente para un fotógrafo este principio es muy importante o lo fue para mí, porque, como ya conté a ustedes, yo dejé mi carrera de cine para dedicarme por completo al oficio de la fotografía; entonces, después de la lectura del libro, como dicen, me puse la pilas y transité clasificando, haciendo un registro diario y sistemático de todas las fotografías que iba yo realizando, apuntando los datos pertinentes en una libreta gruesa con el tema, la fecha y el lugar donde las tomé lo que hoy me permite la localización de mis imágenes en menos tiempo que con los medios digitales. Casi todo lo que fotografié de 1968 a 1981 lo positivé haciendo una planilla de contactos y apuntando en la planilla todos los datos. Los guardo en carpetas ordenados por fechas y, como Salvador Elizondo, llevó también un Diario sistemático de su vida; muchas veces las fechas coinciden con su escritura, no siempre, debo admitir… (continuará).