Para esta ocasión, la escena del espacio fotográfico donde suceden las historias nos habla de la reunión con un grupo de amigos que invitamos a cenar. Aparecemos, de izquierda a derecha: Salvador Elizondo (escritor), Lucinda Urrusti (pintora), Julieta Campos (escritora), Enrique González Pedrero (politólogo), Víctor Flores Olea (politólogo, funcionario y fotógrafo),Mercedes Pascual (actriz) y yo el 18 de diciembre de 1970.

Para poder aparecer yo en la toma fotográfica acomodaba la cámara sobre la mesa de trabajo de Salvador, que estaba frente al espejo, encuadraba la composición y accionaba el disparador automático que me daba 10 segundos para correr, colocarme y aparecer en la foto, o sea el antecedente de los hoy llamados selfies.

Escogí está imagen que da pie para recordar a la pintora Lucinda Urrusti, quién falleció el pasado 25 de marzo a la edad de 97 años.

Lucinda fue una gran pintora, a mi juicio, con una técnica muy fina y depurada en su pintura, además de una exitosa retratista al óleo de personajes de la cultura. Era una mujer muy bella, de ojos azul profundo y pelo oscuro; hablaba suave y pausadamente con un ligero ceceo debido a su origen vasco. Mi relación con Lucinda fue de amistad y de trabajo, la fotografié cuando estaba en la madurez de su belleza, en su estudio; más adelante realizó sus retratos a partir de la pose de una fotografía mía, como en el caso del retrato de Ramón Xirau, expuesto en El Colegio Nacional, entre muchos otros.

Salvador, a su vez, escribió sobre ella:

(Extracto del texto publicado en el libro Lucinda Urrusti, de la editorial El Equilibrista, 2012, pág. 23): “En las pinturas de Lucinda Urrusti queda la emoción pura de plasmar sobre la tela la forma cumplida tan sólo con la materia plástica y la punta del pincel: la emoción materializada y tangible. No hay datos ni documentación geométrica ; nada es abstracto; todo es concreto y real, pero nada es “realista” o demostrable en los dudosos términos de una idealización matemática; las flores, los cuerpos, las casas están allí como si tan sólo fueran para ser tocados con los ojos y con la mano de la mente que los discierne pero que no los define con esa nitidez que los privaría de su condición de vaguedad etérea, que los determina y que, en resumidas cuentas, los hace más ilusorios que visibles y no menos sensuales…”

Respecto a los otros invitados que aparecen en la imagen fotográfica cabe decir que Julieta Campos, Enrique González Pedrero y Víctor Flores eran amigos de Salvador desde su temprana juventud y contaban anécdotas muy divertidas de sus aventuras juveniles juntos.

Por mi parte fotografíe muchas veces a Julieta Campos y varios de sus libros llevan mis imágenes, igualmente fotografié a Víctor Flores Olea y a Mercedes Pascual; Enrique González Pedrero me contrató como su fotógrafa personal para momentos inolvidables, que él presidió, de la política mexicana en los años 70 del siglo pasado. (Continuará...)

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