Una de las primeras personas que se presentó a visitarnos, cuando me fui a vivir con Salvador Elizondo a su pequeño departamento, fue Silvia Lemus, una joven y bella mujer que había conocido en la calle de Tíber meses atrás. Recuerdo que veníamos caminando Salvador y yo rumbo a algún restaurante, para comer, cuando nos cruzamos con ella. Iba vestida con una minifalda vaporosa color azul pálido, sombrero y lentes oscuros. Al cruzarnos con ella saludó a Salvador, quien se presentó con ella; la invitamos a comer con nosotros y en la plática, ya sentados en el restaurante, se enteró de que yo era, o trataba de ser, fotógrafa. Nos contó que trabajaba en la agencia de publicidad Iconic, de Jaime Múñoz de Baena; de pronto me ofreció un trabajo fotográfico para la agencia que le urgía.
Concerté una cita con ella y me presenté en la agencia. Se trataba de tomar una fotografía en blanco y negro para el anuncio de algún producto de belleza, la modelo era ella. Hice el trabajo que se publicó a plana completa en los periódicos. Cuando me pagaron mi servicio le hablé con sinceridad a Silvia y le dije que yo no quería hacer fotografías de publicidad por un principio ético, personal, que había sido la primera y última. Y así fue, nunca más hice fotos para publicidad.
Vuelvo al relato de su visita a nuestro departamento al que llegó Silvia a realizar una entrevista con Salvador para el noticiero 24 horas, de Jacobo Zabludovsky. Me imagino que en los meses transcurridos desde que la conocí, Silvia había dejado su trabajo en la agencia Iconic para convertirse en reportera estrella.
En la fotografía que hoy publico se aprecia la silueta del camarógrafo de video y las luces. Silvia y Salvador están sentados y yo aparezco atrás, reflejada en el espejo, cámara en mano.
Pasados algunos meses de la entrevista nos enteramos que Silvia Lemus se había casado con el escritor Carlos Fuentes y esperaban un hijo, además de que a Carlos lo habían nombrado embajador de México en Francia. Salvador y Carlos eran amigos desde la infancia y se alegró que lo designaran como embajador. Curiosamente tanto el padre de Carlos como el de Salvador habían sido diplomáticos.
Por un periodo largo de tiempo no volvimos a tener contacto con Silvia o con Carlos hasta que nuevamente me habló Silvia, ya como esposa del embajador, para pedirme que le tomara fotografías a los dos hijos que había procreado con Fuentes, iban a estar muy poco tiempo en México y se hospedaban en el hotel Camino Real adonde asistí para la sesión fotográfica y los retraté. El niño tendría dos años y la niña seis meses de edad. Procesé las fotografías y vía maleta diplomática le mandé un montón de fotos de sus pequeños que lucían, según me contaron, por la casa de la embajada de México en París. Al cabo del tiempo tuvimos tres sesiones fotográficas más, cuando los niños tenían 6 años y 4 años; luego cuando ya eran adolescentes.
La última sesión fotográfica que tuve con Silvia Lemus fue para hacerle fotografías solamente a ella.