Pensaba yo escribir una serie de varios artículos más sobre el maestro Ernesto de la Peña, a quien considero fue un importante y fundamental tutor para mí en mis años mozos, tanto en mi educación musical como literaria, que indudablemente me ayudaron en mi vida adulta para convertirme en la esposa del escritor Salvador Elizondo (a su vez, alumno y amigo de Ernesto), con quien viví durante 37 años y tres meses de mi vida.

El motivo de acortar el relato de mis recuerdos en torno a la profunda amistad de mi padre con Ernesto fue el descontento que María Luisa Tavernier, su viuda, manifestó con su despectivo reclamo. Ella esperaba que yo hablara del escritor Ernesto de la Peña por lo que, deduzco, le molestó que hablara yo del Ernesto de la Peña que conocí (1962-63), cuando éste ya era un sabio con apenas 35 años de edad. Quizás olvidó su admirable viuda que en 2013, por invitación de don Ernesto Velázquez, entonces director de TVUNAM, realicé una serie de ocho programas de una hora de duración que titulé Luz propia, con la idea de reconocer a los personajes de la cultura en México cuya obra reflejara una luz propia. Con la ayuda de don Ernesto Velázquez escogimos a los que nos parecieron más significativos en ese sentido, que fueron: el escritor Juan Rulfo, el músico Mario Lavista, el poeta y escritor ERNESTO DE LA PEÑA, el escritor Jorge Ibargüengoitia, el escritor Juan José Arreola, la pintora Joy Laville, la escultora Ángela Gurría y el cineasta Jomi García Ascot.

El programa que realicé sobre Ernesto en (2013-14) explora al gran escritor, aunque tardío, que fue Ernesto de la Peña, con los acertados comentarios sobre su literatura y conocimientos del poeta recién fallecido Eduardo Lizalde, del escritor Vicente Quirarte, así como del crítico de literatura Javier Aranda y del abogado Alejandro Quijano, quien nos habló del cuidado que tuvo el sabio Ernesto al escoger, personalmente, el papel, la tipografía, la caja, etc., de la hermosísima edición que hizo con él de El Quijote.

(Para los interesados en ver el programa que realicé sobre Ernesto de la Peña lo pueden hacer en https://tv.unam.mx/ al buscar la serie Luz propia y escoger el título “Ernesto de la Peña, poesía y conocimiento”).

Va mi reconocimiento y admiración a la viuda de don Ernesto de la Peña, María Luisa Tavernier porque con su amor e inteligencia logró que Ernesto floreciera como escritor y publicara, hacia el ocaso de su vida, una obra literaria asombrosa. Fue la única mujer de Ernesto que lo animó a que venciera su timidez y lo dignificó en los últimos años de su vida al convencerlo de publicar sus escritos, tanto de poesía como en prosa. Empezó por ganar el Premio Xavier Villaurrutia por su libro Las estratagemas de Dios, seguido de una nutrida lista de libros asombrosos. Fue electo como miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y coronó su gloria literaria al recibir el Premio Menéndez Pelayo por su espléndido ensayo sobre El Quijote.

Dejé fuera anécdotas que sucedieron en el Salón de Música de mi padre que me reservo para incluirlas en una serie que escribiré sobre el músico Mario Lavista, en la que también participó Ernesto de la Peña.

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