La Covid-19 tuvo grandes impactos en diversos ámbitos de toda la población mundial, sobre todo en la salud (física y mental), la educación y el ámbito laboral. Pero no, en el sentido de que fuera el origen de los problemas, sino como un catalizador de problemáticas propias del capitalismo contemporáneo.
En términos laborales, la pandemia aceleró la incorporación de nuevas tecnologías digitales en el mundo del trabajo. De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su documento titulado Perspectivas sociales del empleo en el mundo. El papel de las plataformas digitales en la transformación del mundo del trabajo del año 2021, el número de plataformas de trabajo en línea, y de trabajo presencial pasó de 142 en el año 2010, a más de 777 en 2020.
La incorporación de nuevas tecnologías genera diversos efectos en la población trabajadora, principalmente tres: en primer lugar, ser sustituido por alguna máquina o una app, como resultado de la automatización en algunas ramas productivas, por consecuencia incrementa el desempleo.
El segundo efecto es que dichas tecnologías permiten que los trabajadores que no son expulsados del mundo laboral, se les aumente el ritmo de trabajo, y también, en el caso de las plataformas digitales, permiten diluir toda relación laboral. Sin embargo, dichas empresas obtienen ingresos, nada despreciables, por ejemplo, de acuerdo a la OIT en 2019 las empresas de plataformas digitales que gestionan el trabajo de miles de jóvenes, obtuvieron, a escala mundial, al menos 52 mil millones de dólares. Estos trabajos, de acuerdo a la OIT se han multiplicado por 10.
Las características de estos empleos los posicionan como precarios pues son inestables, no tienen salarios base, no tienen seguridad social, de acuerdo al informe mencionado, la mayoría de los conductores de autos vinculados a plataformas, en promedio laboran 65 horas a la semana, es decir más de 9 horas por 7 días a la semana y los repartidores reportan 59 horas semanales.
La mayoría de los trabajadores en este tipo de empleos son menores de 35 años, por lo que es un ejemplo más que corrobora que los trabajadores jóvenes son los más golpeados por la precariedad laboral.
Finalmente, dichos trabajos generan daños a la salud, uno de los grandes males es el estrés, entre el 79 y 74 por ciento de trabajadores de aplicaciones reportaron algún grado de dicha enfermedad laboral, también son trabajos de alto riesgo, lo cual es muy preocupante dado que no cuentan con servicio médico como prestación laboral. Para el caso de los jóvenes mexicanos, de acuerdo a la ENOE (2º trimestre) de 2023, el 44.1% de los jóvenes mexicanos entre 15 y 29 años no cuentan con ninguna prestación social.
El programa Jóvenes Construyendo el Futuro ha sido un mecanismo de incorporación de jóvenes al empleo formal, pues el 50% de los egresados del programa, en 2022, se integraron a una actividad económica. Es fundamental seguir impulsando el cambio en nuestro país, para generar una economía que brinde más oportunidades de empleo, pues los gestionados desde las apps conocidas no son la mejor opción.
Investigadora Asociada del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM e integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social, caceps@gmail.com