Desde la perspectiva de la Economía Política, el salario es la expresión monetaria del valor de la fuerza de trabajo, es decir, la cantidad de dinero que recibe un trabajador a cambio de poner en acción sus capacidades en un proceso de trabajo. Este pago le debe permitir su reproducción y la de su familia. En nuestro país, hemos sufrido una gran caída del poder adquisitivo del salario mínimo desde 1977, pero es principalmente en la década de los ochenta, gracias al modelo neoliberal, cuando es más fuerte el deterioro. Con el nuevo gobierno se está buscando que el salario se recupere, todavía falta mucho para llegar al nivel salarial como el que se tenía en los años setenta. Si se diera una remuneración monetaria a las mujeres por el trabajo de lavar ropa, preparar alimentos, limpiar la casa, cuidar a niños y adultos mayores o enfermos, hacer las compras necesarias y administrar los gastos de la casa, es decir el trabajo conocido como doméstico y de cuidados, ¿quién debería pagarlo? Tradicionalmente, este trabajo es “obligación” de las mujeres.
Para el año 2018 el Inegi calculó dicho trabajo doméstico y de cuidados no remunerado equivalente a 5.5 billones de pesos, lo que corresponde a un 18.5% del PIB nacional, mientras que el trabajo doméstico no remunerado de los hombres en el mismo año correspondió al 6.7% del PIB. Podemos asegurar que los sueldos no son suficientes para cubrir la canasta básica, y mucho menos podrían cubrir el valor del trabajo doméstico y de cuidados, sin embargo, es claro que son trabajos imprescindibles para asegurar la presencia de todos los trabajadores en sus puestos laborales, por ello si lo debería cubrir.
Para el caso de las mujeres mexicanas incorporadas al mercado laboral de cuidados en Estados Unidos, también sirve para contener los salarios a la baja en dicho país. Es decir, las trabajadoras mexicanas también juegan un papel muy importante en esa economía, no es casualidad que en 2017 México fue el primer país a nivel mundial que arrojó mujeres migrantes internacionales. La mayoría de ellas se fue a EU, que es el mayor receptor de migrantes internacionales. De acuerdo al Anuario de Migración y Remesas 2019, México contribuyó al flujo de mujeres migrantes internacionales con 6.1 millones, equivalente al 2.3% de dicho flujo.
El artículo titulado Latinas en el mercado laboral estadounidense del cuidado, 1990-2014, explica que la gran demanda de mujeres latinas y sobre todo mexicanas, en el mercado laboral norteamericano, es debido al adelgazamiento del Estado y la reducción de servicios que éste proporciona en salud, educación y cuidados de los dependientes de las trabajadoras, aunado a la creciente incorporación y permanencia de mujeres estadounidenses en los mercados laborales (Roldán y Castro, 2018). Las inmigrantes mujeres y principalmente indocumentadas constituyen la fuente preferida para este tipo de actividades y se consolidan como una fuerza de trabajo que facilita la imposición de salarios bajos y nulos derechos.
La lucha por la equidad entre hombres y mujeres,no puede ser una lucha que deje de lado otros movimientos reivindicativos que han existido por muchas décadas por la reivindicación del salario, tanto de hombres como de mujeres, sin olvidar la lucha por una organización social que no provoque la desigual que genera el capitalismo. La apropiación de la riqueza en las manos de unos pocos, se entrelaza muy bien con el sistema patriarcal, la lucha por el reconocimiento del trabajo doméstico, que no sea visto como obligación solo de las mujeres, no es solo una lucha de mujeres, sino de toda la clase que vive de la venta de su fuerza de trabajo.
Profesora de la Facultad de Economía de la UNAM e Integrante del CACEPS. caceps@gmail.com