El 8 de marzo de este 2024 llegué mas temprano que el resto de mis compañeras a Paseo de la Reforma. Tenía que coordinarme con el equipo digital para transmitir en vivo la marcha en defensa de las mujeres. Aunque aún faltaba un par de horas para el inicio de la movilización, cerca de la Estela de Luz había ya cientos de mujeres, casi todas muy jóvenes, que escuchaban con atención a Alessandra Rojo de la Vega. Con un megáfono desde una pequeña tarima, ella exigía con mucha fuerza que se erradicara la misoginia. El entusiasmo que generaba entre las convocadas, me permitió dimensionar el tamaño de su liderazgo.

Hoy ella está acusada de violencia política de género. Había sido declarada ganadora luego de contender por la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México el dos de junio.. Sin embargo, ese resultado fue revocado este fin de semana por tribunal electoral local. Tres de cinco magistrados consideraron que ejerció violencia política de género contra su rival de Morena, Catalina Monreal. Pero no solo le retirarán su constancia de mayoría, también será inscrita en el padrón nacional de mujeres agresoras y tendrá que pagar una sanción económica.

El fallo fue celebrado por Catalina Monreal, quien habló de la necesidad de difundir más información sobre lo que representa la violencia política contra las mujeres en razón de género, para evitar que las agresiones se justifiquen con el argumento de que se trata de libertad de expresión.

Me sumo a ese llamado. Es importante que se difundan los pormenores de esta decisión, para entender muchos puntos que no están claros. Lo planteo así porque la principal queja de Catalina Monreal fue que Alessandra Rojo de la Vega hizo reiteradas referencias a su familia y apellido y la llamó títere. “Decir que soy un títere, que me impusieron, que me manipulan, que me controlan, es violencia política contra las mujeres en razón de género”, dijo Monreal.

Esa misma palabra, títere, fue también utiliizada durante otra contienda. El presidente Andrés Manuel López Obrador la usó para referirse a Xóchitl Gálvez. Además de ese término, dijo también que ella sería pelele y empleada de la oligarquía. Mencionó también varias veces que había sido impuesta por esa oligarquía a la que luego serviría. Sin embargo, sus declaraciones no tuvieron ni de cerca los efectos que ahora tiene lo expresado por Rojo de la Vega ¿Por qué?

Mis escasos conocimientos de derecho electoral no me permiten entenderlo, así que suplico a los magistrados que votaron a favor de la anulación del triunfo en Cuauhtémoc, que me ayuden en ese afán. No quisiera quedarme con la impresión de que usaron una conquista de la lucha feminista, para quitarse de encima una presión política mayor a su dignidad.

@PaolaRojas

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