A partir de este lunes se va a reanudar el programa “Quédate en México”. Se trata de una política que obliga a los solicitantes de asilo en los Estados Unidos a esperar su proceso legal en territorio mexicano. Esta medida empezó a aplicarse en 2019 durante la administración de Donald Trump y generó una importante crisis en muchas de las ciudades fronterizas de nuestro país. Si bien se dio por terminada con la llegada de Biden, una decisión judicial hará que sea reinstalada.

Esta política es reprobada por la Organización Internacional de las Migraciones. Su vocero, Alberto Cabezas, me dijo contundente en entrevista que “se trata de un programa inhumano que va en contra del derecho internacional”. En la OIM trabajaron en su finalización desde febrero hasta agosto de este año. Su planteamiento es que “Quédate en México” tendría que desaparecer pronto y de manera definitiva. Ven con frustración que, luego de todo el esfuerzo, los atropellos empezarán de nuevo, y ya se preparan para apoyar a las personas que serán expulsadas desde Estados Unidos en los próximos meses.

Albergar a los solicitantes de asilo es apenas una de las muchas aristas que tiene este fenómeno. El informe sobre migraciones 2022 muestra que los dos países del mundo que más personas expulsan son India y México. Las dificultades para nuestro país son enormes. El mismo Alberto Cabezas explica que “es lugar de origen, tránsito, destino y retorno. Está en la ruta migratoria muy importante, la del corredor Mesoamérica-Norteamérica.”

Muchos de los migrantes en nuestro territorio no son extranjeros. Hay cada vez más mexicanos que se van a otros estados huyendo de la violencia o de la pobreza en sus entidades de origen. Eso también se destaca en el mencionado informe. En términos globales ha habido un importante aumento del desplazamiento interno. Hemos pasado de tener 84 millones de personas a 89 millones en esa situación. Es una cifra récord que, de acuerdo a la Organización Internacional para las Migraciones, necesita de atención humanitaria urgente.

Otro de los focos rojos está en la frontera sur. Hay en ella una creciente concentración de personas y no existen las condiciones para albergarlas. Eso genera que la tensión con las autoridades y con la población local vaya en aumento. El Instituto Nacional de Migración está adoptando medidas temporales que no representan una solución de fondo. Una de ellas consiste en trasladar a los migrantes desde Tapachula a otras ciudades. Con ello reducen la presión en esa frontera que lleva meses saturada. El problema es que solamente los dispersan. Hay ahora haitianos y centroamericanos en varios estados del país pidiendo dinero en las calles. Viven en campamentos improvisados sin trabajo y sin ningún tipo de seguridad social. Al parecer la apuesta es que las autoridades municipales se encarguen. Por lo pronto, lo que ha ocurrido es que es la gente quien los ayuda. Hay entre los migrantes niños y mujeres embarazadas. Quienes pueden, les dan unos pesos conmovidos por su vulnerabilidad. En otros casos, ha sido la sociedad civil organizada la que les ha brindado albergue y alimentación.

El pronóstico es que la migración aumentará más y más. Si ya hoy la autoridad parece rebasada, asusta pensar lo que podría ocurrir en el futuro. Es importante que se adopten medidas más eficaces con el apoyo de organizaciones internacionales. Es un tema prioritario y que requiere de atención urgente.

@PaolaRojas