“Vivir con él es un infierno. Lo peor son los fines de semana. Hay veces que deja de venir por muchos días y nos sentimos muy bien. El problema es cuando vuelve. Casi siempre regresa muy tomado. Si está cansado no pasa nada, se duerme y ya. Lo feo es cuando llega con ganas de pelear. Grita, avienta cosas, me jalonea y a veces me pega. Mis hijos ya saben que no se deben de meter porque les va muy mal.”
Esto me relataba una mujer el 8 de marzo pasado. Coincidimos en esa marcha en la que la indignación nos unió a tantas. Nos abrazamos sin conocernos. No dejo de pensar en ella y en cómo está haciendo para quedarse en casa con su agresor en plena pandemia.
Su caso es uno de muchos. Las instituciones o grupos que apoyan a víctimas de violencia doméstica han tenido un aumento importante de llamadas de auxilio. ¿Cómo atenderlas en un contexto como el actual? La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia plantea que es obligación del Estado garantizar a las mujeres seguridad y el ejercicio pleno de sus derechos humanos. Le corresponde brindar atención, asesoría jurídica y tratamiento psicológico.
Antes de la pandemia, la violencia doméstica ya era en México uno de los delitos con mayor incidencia. Ahora con las familias encerradas con sus victimarios, es comprensible que el fenómeno aumente. Crece también la complejidad para atenderlo.
El maltrato a las mujeres no es la única preocupación. También es previsible un aumento del abuso de menores ahora que están sin clases. La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescente establece el derecho de los menores a vivir una vida libre de toda forma de violencia y adoptar las medidas apropiadas para promover la recuperación física y psicológica, y la restitución de las víctimas. Esta protección prevista en la ley no se daba en la realidad antes de la aparición del coronavirus, por lo que es muy poco probable que ocurra ahora.
Preocupadas por un posible contagio, con dificultades económicas y compartiendo el espacio con su agresor. Así están hoy muchas mujeres, sin saber cuándo y cómo terminará la pesadilla.
En tiempos en los que cuidarnos unos a otros es indispensable, estemos atentos de lo que ocurre en nuestra cercanía. Denunciar agresiones en casa de un vecino puede salvar a sus víctimas. Los gritos de quienes sufren, no nos pueden resultar indiferentes.
@PaolaRojas