Este diario publicó ayer en su primera plana una advertencia demoledora: los apoyos sociales peligran por el mal estado de Diconsa. De acuerdo con un diagnóstico de esa institución, existe el riesgo de que se interrumpa el “surtimiento del Programa de Abasto Rural y programas alineados del gobierno federal”. Diconsa se encarga de distribuir alimentos nutritivos y económicamente accesibles a la población en condiciones de marginación. El programa en riesgo abastece de productos de la canasta básica a más de 25 millones de personas. Su interrupción sería terrible para quienes viven en pobreza alimentaria.

Según el Coneval, la pobreza aumentó en México a partir de 2018. En ese año el 41.9 por ciento de la población vivía en situación de marginación. Para 2020 el porcentaje aumentó a 43.9, lo que significa que casi cuatro millones de personas ingresaron a esta dolorosa estadística. Con las afectaciones económicas generadas por la pandemia, la cantidad de familias en pobreza siguió aumentando. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo reportó que a finales de 2021 había 5 millones y medio de personas en pobreza laboral más que las que había en el país 18 meses antes.

La inflación que le siguió y que aún persiste, sólo llevó a todavía más personas a niveles incluso de carencia alimentaria. La población con ingresos menores al costo de la canasta básica al cierre del 2021 fue mayor al 40 por ciento. Una vez superado el confinamiento algunos recuperaron sus empleos, pero muchos lo han hecho en el sector informal y ganando menos que antes.

Otro aspecto que impacta fuertemente a la población es el de la salud. Con la pandemia se redujo el ingreso económico de muchas familias y al mismo tiempo aumentaron las posibilidades de enfermar. Para colmo, las instituciones públicas de salud no han logrado cumplir sus objetivos. El Insabi no ha dado los resultados esperados y la adquisición de medicamentos se ha topado con muchos obstáculos luego de los cambios planteados por esta administración. El IMCO reportó que el incremento en la carencia de acceso a la salud pasó de 16.2% de la población en 2018 a 28.2% en 2020.

En cuanto a educación hay también malas noticias. Según el Inegi, 5.2 millones de estudiantes no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por motivos económicos y por la pandemia. La deserción escolar es grave y no parece estar en la agenda de los gobernantes aun cuando sabemos que abandonar la escuela es sinónimo de perpetuar la pobreza en las siguientes generaciones.

Es importante subrayar que el retroceso no es solo consecuencia del Covid. Ya un año antes del inicio de la pandemia, la economía de México disminuyó su crecimiento. La incertidumbre para la inversión, el aumento de la inseguridad y un débil estado de derecho fueron factores importantes.

El caso es que la pobreza ha aumentado. Y es que no basta tener la intención de mejorar la realidad de las familias en situación de marginación; se requiere también de crecimiento económico, estrategia y eficiencia. Eso no ha existido en forma suficiente y quienes más lo han sufrido son precisamente aquellos que están en el centro del discurso, pero en la lejana periferia de las soluciones: los pobres.

@PaolaRojas