“Hoy me llegó otra chica quemada con ácido. Ella es de Xalapa, Veracruz. Es la número once que atiendo.” Ese es el mensaje que recibí de la doctora Isela Méndez, quien ha sido una aliada de mujeres víctimas de ataques con ácido. Empezó dándole tratamiento gratuitamente a una de ellas y descubrió con horror que es un delito que se comete con mucha más frecuencia de lo que podríamos imaginar.
Apenas este 14 de febrero un tipo decidió celebrar el día del amor atacando a su expareja con ácido en Ciudad Ixtepec, Oaxaca. La fiscalía del estado abrió una investigación por violencia familiar y no por tentativa de feminicidio. Ya la había atacado antes, pero la autoridad no ha detenido al agresor; solo ha emitido órdenes de alejamiento, por lo que el riesgo para la víctima y sus hijas es permanente
En la mayoría de los casos, más del 90 por ciento, son las parejas o exparejas quienes las agreden. Muchas veces hay hijos en común. Esos niños quedan en medio del horror en el que el agresor huye, la mujer lastimada se queda a cargo de la familia, no puede trabajar por sus lesiones, ni puede pagar los tratamientos para su recuperación. Por eso, ante delitos como este, debe haber una reparación del daño. Debe también existir un verdadero acceso a la salud. Muchas de las mujeres afectadas no encuentran en el sector público la atención que requieren. Algunas son atendidas en espacios que no son los adecuados. Sin la higiene necesaria, los injertos de piel que les colocan se infectan, se extiende el dolor y la recuperación no llega.
Hay cada vez más casos y aún no contamos con las herramientas legales para frenarlos. Las distintas iniciativas que se han presentado en el legislativo no han prosperado porque no han contado con estudios previos y un análisis suficiente.
Por fortuna, hay actualmente importantes esfuerzos desde los Congresos de Puebla y de la Ciudad de México para generar leyes que realmente protejan a las mujeres de este tipo de violencia. De entrada, buscan que estas agresiones se tipifiquen como feminicidio en grado de tentativa. Que sean consideradas un delito grave es crucial para que el agresor pueda ser detenido y la víctima tenga pleno acceso a la justicia.
Esta vez los legisladores sí están dispuestos a escuchar a las sobrevivientes para conocer el tema a profundidad. En marzo habrá los foros para que eso ocurra y una de las voces centrales será la de Malena Ríos, la saxofonista oaxaqueña que libró una intensa batalla para que sus agresores fueran detenidos y la sigue dando para que no sean liberados.
Malena sostiene que atacar con ácido es un delito grave porque la naturaleza de esa sustancia pone en riesgo la vida. “Es un borrado hacia la mujer, porque te borran; te quitan la vida o te quitan la identidad”. Ella pide que se consideren en la ley otras formas de quemar a una mujer para que no queden lagunas que puedan ser aprovechadas por los abogados de los agresores. Exige también que se proteja a las mujeres trans, que son aún más vulnerables a este tipo de ataques.
El anhelo de Malena y del grupo de mujeres víctimas del que forma parte, es que estas iniciativas se aprueben y sean retomada por otros estados para que esa protección llegue a todo el país. Ellas esperan que el tema no se politice para que no se desvíe del objetivo prioritario que es erradicar esa tan terrible forma de violencia.
Malena Ríos ha tenido que hacer públicos los detalles de su proceso. Sabe que “gracias a la la denuncias en los medios, el caso no se ha caído”. Esa ha sido su protección ante las constantes amenazas. Impacta su perseverancia ante una autoridad que lo mismo pierde documentos que difiere las audiencias. Ante la posibilidad de que liberen a su agresor no descansa, no duerme bien, ni come bien.
Da esta batalla mientras sigue en el esfuerzo de rehabilitarse física y emocionalmente. Acompaña también la recuperación de su madre, que se quemó la piel luego de abrazarla instantes después de que fuera atacada. Con todo eso, le queda aún energía para alzar la voz a favor de otras mujeres. Busca evitarles el sufrimiento que ella conoce. Demuestra con ello su belleza más profunda. Quisieron borrarla, pero ella ha sabido dibujarse con sensibilidad, hermosura, sororidad y mucha fuerza.