Este domingo miles de mexicanos se movilizaron en decenas de ciudades para defender al INE. La convocatoria surgió ante la posible aprobación de una reforma electoral que pretende transformarlo en el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, eliminar los legisladores plurinominales y desaparecer los Organismos Públicos Locales. La preocupación es que esas modificaciones terminen por restarle autonomía e imparcialidad.
El exconsejero presidente del IFE, José Woldenberg, planteó con énfasis en los días previos a la marcha que “con estas modificaciones el país se acercaría peligrosamente al autoritarismo”. Él fue el único orador durante el mitin con el que culminó la movilización de la Ciudad de México. Ahí se pronunció en contra de “la pretensión de alinear los organismos electorales al gobierno”.
Conversé con algunas de las personas que acudieron a manifestarse. Hablaban con una gran convicción de la necesidad de defender a la democracia. Los de más edad compartían sus recuerdos del México en el que era el gobierno el que organizaba las elecciones. Coincidían en la necesidad de evitar que regresemos a un escenario así. “En ese tiempo no tenía sentido ir a votar. Ya sabíamos siempre quién iba a ganar. Las elecciones eran una simulación.” Los más jóvenes escuchaban atentos esos testimonios. Les costaba creer que el secretario de Gobernación era el que tenía en sus manos la imparcialidad de los procesos electorales.
“Yo vengo a defender a los órganos autónomos. Su existencia genera contrapesos y nos aleja del autoritarismo”, me dijo una joven universitaria. Un hombre que avanzaba junto a su familia cargaba una pancarta en la que se leía: “Yo quiero que mi hijo vote con libertad y quiero lo mismo para mis nietos”.
“El voto no se vende, el INE se defiende”, “A eso vine, a defender al INE” y “El INE no se toca” eran de los gritos que más se escuchaban. Hubo incluso quien en el cruce de Niza y Reforma, donde durante años estuvo la palmera y hoy hay un árbol decadente y sin una sola hoja, gritaba con fuerza: “No queremos que al INE le pase lo mismo que al ahuehuete y a la palmera.”
No entraré a la guerra de las cifras. No sé exactamente cuántos se manifestaron, pero sí sé que fueron muchísimos, que estaban ahí por convicción y que deben ser escuchados. Son personas genuinamente preocupadas por el futuro democrático de México. No tienen por qué ser insultados ni estigmatizados.
¿Cretinos por aspirar a que los ciudadanos sigan organizando las elecciones en este país?
¿Corruptos por defender a una institución que ha costado décadas construir?
¿Racistas por tratar de evitar que vulneren a nuestra joven democracia?
Llamar cretinos, corruptos, clasistas y racistas a quienes se oponen a esta reforma electoral va en contra del derecho a disentir; es apostar a la polarización y a la violencia en lugar de impulsar la construcción de ciudadanía; es la confirmación de que existe ese afán autoritario que tantos mexicanos deploran.
@PaolaRojas