Cada 30 de abril se difunden cifras y reflexiones sobre la situación de los niños en México. Tristemente, en este 2023 vemos que la deuda hacia ellos ha crecido. Hoy sufren más violencia, son más vulnerables a caer en adicciones y tienen menos acceso a seguridad social.
Los niños no están a salvo ni en su casa. Seis de cada diez menores han sufrido métodos de disciplina violentos por parte de sus familiares, aun cuando esto es ilegal. Desde enero de 2021 se publicaron reformas en el Código Civil que prohíben los castigos corporales y humillantes como método “correctivo”. La ley dice también que autoridades de los tres niveles de gobierno tienen la obligación de actuar frente a este tipo de casos. Lamentablemente el cambio legislativo ha tenido un muy reducido impacto en la realidad: a los niños les siguen pegando y a los responsables no les pasa nada. De hecho, la violencia intrafamiliar ha aumentado y las sanciones por ello han disminuido.
Fuera del hogar el panorama es todavía más terrible. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre 2015 y 2022 se reportaron más de 85 mil lesiones contra menores con armas de fuego o algún otro objeto. A algunos los queman, amarran o explotan laboralmente. Hay incluso niños a los que matan. La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), reportó que de enero de 2015 a septiembre de 2022, se documentaron 8 mil 530 asesinatos de niñas, niños y adolescentes en el país. Actualmente mueren en promedio siete menores al día víctimas de la violencia. Hay sectores de la población que son particularmente vulnerables. Es el caso de los niños migrantes. En 2021 llegaron más de 75 mil menores expulsados por la pobreza o la violencia en sus países. En 2022 esa cifra fue aún mayor. Muchos de ellos intentaron llegar a los Estados Unidos sin la compañía de un adulto. En el trayecto sufrieron todo tipo de vejaciones y maltratos. Los niños son cada vez más víctimas del crimen organizado. Esto se debe en parte a que México tiene el primer lugar mundial en pornografía infantil. Durante la pandemia, el consumo y la producción de pornografía aumentaron más de 110 por ciento. Las imágenes con contenido sexual que involucran a menores no quedaron exentas de ese aumento. También ha crecido el turismo sexual que los involucra. Detrás de ello hay mafias internacionales que los explotan de las maneras más denigrantes y dolorosas. El incremento del tráfico de niños se debe a ese mercado voraz y cruel que ahora aprovecha que es legal la subrogación de vientres en Tabasco y Sinaloa para convertir a esos estados en “fábricas de bebés” cuyo destino se desconoce. Nada de esto podría explicarse sin la infame complicidad de algunas autoridades. Las políticas públicas para protegerlos existen, pero su aplicación es tan torpe que de poco sirven. La realidad es que siguen sin ser prioridad. Los niños no votan pero sí sufren; no definen una elección pero sí el destino de un país. Ojalá exista la voluntad política para ponerlos en el centro y darles la atención urgente que merecen.
@PaolaRojas