Ayer se celebró el Super Bowl en Arizona y el aguacate mexicano se hizo nuevamente presente. Ocurre todos los años y es una noticia que se destaca con cada vez más énfasis de este lado de la frontera. El gobierno federal, por ejemplo, difundió orgullosamente en sus medios digitales que durante las tres horas de partido se consumieron alrededor de 35 mil toneladas de guacamole y presumió que “el aguacate mexicano es líder en producción y exportación a nivel mundial con un millón 694 mil toneladas”.

El gobierno de Michoacán también celebró esto que es un éxito de los agricultores de su estado. El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla inauguró el 17 de enero las exportaciones de aguacate para este evento pateando un balón de futbol americano. Todo esto frente a un camión con la leyenda: ¡Vamos! Super Bowl 2023!

Conversé con algunos productores de aguacate al respecto. Ellos celebran el tono festivo con el que las autoridades se refieren a la millonaria exportación del llamado “oro verde”. Sin embargo, manifiestan que habría mucho más que festejar si el problema de la inseguridad estuviera resuelto.

Las carreteras michoacanas están llenas de riesgos desde hace años. Los delincuentes pueden robar la carga a los transportistas o incluso llevarse el camión completo. Sobrevivir a eso y a las extorsiones ha sido un reto inmenso. Existe el esfuerzo por parte de la policía estatal para escoltar a los camiones, pero en un contexto de tanta violencia no termina de ser suficiente. Hay policías que son aliados de los criminales, por lo que puede ser contraproducente que estos “vigilen” la carga. Los robos ya están considerados como parte de los costos de producción. A ese grado se ha normalizado el fenómeno.

Los productores de aguacate tuvieron además que enfrentar una suspensión temporal de exportaciones impuesta por la inspección de autoridades sanitarias de Estados Unidos. Eso quedó ya superado, pero ahora tienen el reto de la disminución récord en el precio. En solo un año se redujo más de cuarenta por ciento debido a varios factores. Por un lado está la menor demanda de este fruto en Europa; por otro lado hay nuevos competidores como Jalisco, Colombia y Perú. “Lo bueno de que el precio esté bajo es que hay menos robos”, me dijo un aguacatero muy optimista. Para colmo, el peso fuerte frente al dólar débil es un dato adverso para las exportaciones nacionales.

Los aguacateros de Michoacán no se han detenido a pesar de tanta adversidad. Siguen trabajando en una entidad que ha expulsado a muchos de sus pobladores por la violencia. Permanecen a pesar de las amenazas, en un estado del que las mujeres huyen con sus hijos adolescentes antes de que estos sean cooptados o asesinados por criminales. Son ejemplo de ese México que no se detiene. Lo son ellos y lo son también aquellos que tuvieron que irse. Esos que siguen trabajando incansablemente en una tierra ajena, a cambio de los dólares que se convierten en remesas y que nos salvan de este lado de la frontera. Es a lo que nos ha orillado la inseguridad, esa que no cesa, ni disminuye; esa que rebasó a la autoridad.

@PaolaRojas

Google News

TEMAS RELACIONADOS